Página 239 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Cultivad la honradez, 8 de agosto
No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los
hombres.
Romanos 12:17
.
La religión de Cristo ordena a los hombres que lleven a sus vidas los
puros principios de la verdad, al comprar y al vender, en la realización de todo
negocio, con tanto sentido de la obligación religiosa como el que ponen al
ofrecer a Dios sus súplicas. Los negocios no deben apartar el alma de Dios.
Mediante vuestro ejemplo debierais demostrar al mundo que la verdad de Dios
santifica a quien la recibe y produce industria, frugalidad y perseverancia,
mientras que extirpa la avaricia, la ambición desmedida y toda clase de falta
de honradez. ...
Nada vale tanto para un joven que se inicia en la vida como la reputación
de una inquebrantable integridad.—
Carta 5, 1879, pp. 3, 4
.
Toda transacción comercial debe ser de tal naturaleza que pueda ser res-
paldada por el cielo, de lo contrario llevará el repulsivo olor de la influencia
satánica. Toda acción debe representar la ciencia de los principios celestiales.—
Manuscrito 113, 1903, pp. 1
.
Quienes pretendan ser los seguidores de Cristo siempre deberán manifestar
la verdad y la franqueza. Dios y la rectitud, debe ser el lema. Obrad honrada y
correctamente en este mundo perverso. Algunos serán honrados cuando vean
que la honradez no pone en peligro sus intereses mundanos. Pero todos los
que obren de acuerdo con este principio tendrán sus nombres borrados del
libro de la vida.
Debe cultivarse una estricta honradez; pasamos una sola vez por el mundo.
No podemos volver para rectificar los errores. Por lo tanto cada paso que se dé
debiera darse con santo temor y con cuidadosa consideración. La honradez y la
política no armonizan. O la política será subyugada y la verdad y la honradez
se manifestarán, o la política tomará el control y la honradez cesará de dirigir.
Ambas no pueden obrar juntas. Nunca pueden estar de acuerdo. Cuando Dios
reúna sus joyas, los verdaderos, los francos, los honrados, serán sus elegidos,
sus tesoros. Los ángeles están preparando coronas para los tales, y la luz
del trono de Dios se reflejará en su esplendor en estas diademas cuajadas de
estrellas.—
The Review and Herald, 29 de diciembre de 1896
.
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