Página 243 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Orden y limpieza, 12 de agosto
Así que, amados, pues tenemos tales promesas, limpiémonos de toda
inmundicia de carne y de espíritu, perfeccionando la santificación en
temor de Dios.
2 Corintios 7:1
.
Es de la mayor importancia que los observadores del sábado vivan su fe
en todo sentido. Deberían ser puntuales y ordenados, y obrar íntegramente en
todos sus negocios. ...
Nadie debiera tener tanto temor de parecerse al mundo que sea inducido a
ser descuidado en su casa, dejando las cosas en desorden y suciedad. No es un
signo de orgullo ser pulcros en el vestido, limpios en la persona, ordenados
y de buen gusto en los arreglos del hogar, ... y alrededor de las casas. Estas
apariencias exteriores hablan del carácter diligente de aquellos que viven en
la casa, y no sólo de esto sino del carácter religioso de sus ocupantes. Es
imposible que sea un buen cristiano una persona descuidada y desordenada.
Sus vidas en las cosas temporales y religiosas son tan desordenadas como sus
vestidos, sus casas, sus personas y sus pensamientos.
Hay orden en el cielo. Hay reglas y disposiciones que gobiernan a todas
las huestes celestiales. Todos se mueven en orden. Allí todo está limpio y
en perfecta armonía. Y todo aquel que sea contado digno de entrar en el
cielo tendrá que estar cabalmente disciplinado y sin mancha o arruga de
ninguna clase. Las personas incultas ahora tienen manchas y arrugas sobre
ellas. Apresúrense a comenzar la obra de limpiarse a sí mismos de toda
contaminación de la carne y del espíritu, perfeccionando la santidad en el
temor del Señor.
Dios ama la pureza, la limpieza, el orden y la santidad. Dios requiere que
en su pueblo, a quienes faltan estas cualidades, las busquen y no descansen
hasta que las hayan obtenido. Deben iniciar la obra de reforma y elevar sus
vidas, para que en conversación y en comportamiento, en sus actos y sus vidas,
sean una continua recomendación de su fe y tengan un poder de tal manera
ganador y compelente sobre los incrédulos, que se vean inducidos a reconocer
que son los hijos de Dios.—
Manuscrito 3, 1861, pp. 13-15
.
La verdad como está en Jesús, no degradará, sino que elevará a quien la
recibe, purificará su vida, refinará su gusto y santificará sus juicios.—
Carta 2,
1861, pp. 4
.
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