Página 268 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Fragancia en la obra de nuestra vida, 5 de septiembre
Y por el vestido, ¿por qué os congojáis? Reparad los lirios del campo,
cómo crecen; no trabajan ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con
toda su gloria fué vestido así como uno de ellos.
Mateo 6:28, 29
.
El gran Artista Maestro nos llama la atención a las humildes flores del
campo, y nos señala el hermoso colorido y la maravillosa variedad de tintes
que posee una flor. Así Dios ha revelado su habilidad y cuidado. Así mostrará
el gran amor que tiene por cada ser humano.—
Carta 24, 1899
.
El Señor nuestro Creador pone tanto cuidado, sabiduría y tiempo en la flor
insignificante como en las grandes cosas que crea. En las flores más pequeñas
se ve una hermosura y una perfección que el arte humano no puede copiar.
Los delicados trazos de la rosa matizada, tanto como las estrellas en el cielo,
manifiestan las pinceladas del gran Artista Maestro.—
Manuscrito 47, 1898,
pp. 6
.
Las flores escogidas ... revelan las ventajas del cultivo. Nos enseñan que es
nuestro privilegio mejorar. Dios quiere que pongamos fragancia en la obra de
nuestra vida. Debemos ser las plantas del Señor, que le sirvamos de la manera
como él quiera. Pongamos todo lo que está de nuestra parte para hermosear
nuestros caracteres.
El Señor ha confiado sus huertos a hábiles cuidadores cuya obra es ocupar-
se de sus hermosas plantas. Debe concederse un tierno cuidado a las delicadas
plantas. Los brotes inútiles deben cortarse. Las partes quebradas deben ven-
darse cuidadosamente. Así, aquellos que son débiles en la fe deben recibir
un cuidado estimulador. Debemos atar a los débiles del jardín del Señor a
nuestros propósitos más fuertes, para brindarles apoyo.
De la interminable variedad de plantas y flores podemos aprender una im-
portante lección. No todas las flores son iguales en su forma y color. Algunas
poseen virtudes sanadoras. Otras son siempre fragantes. Hay cristianos profe-
sos que piensan que es su deber convertir a cada uno de los otros cristianos a
su semejanza. Este es el plan del hombre, y no el plan de Dios. En la iglesia
de Dios hay lugar para caracteres tan variados como son las flores del jardín.
En su jardín espiritual hay muchas variedades de flores.—
Carta 95, 1902
.
El Señor cuida de las flores. Les da hermosura y fragancia. ¿No nos dará
mucho más la fragancia de una disposición gozosa?—
Carta 143, 1902, pp. 9
.
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