Página 318 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

Basic HTML Version

Velad, orad, trabajad, 23 de octubre
Conviéneme obrar las obras del que me envió, entre tanto que el día
dura: la noche viene, cuando nadie puede obrar.
Juan 9:4
.
Si el libro del cielo pudiera ser abierto delante de nosotros, nos asom-
braríamos grandemente ante la gran proporción de cristianos profesos, que
realmente no contribuyen con nada a la edificación del reino de Dios, que
no hacen ningún esfuerzo en pro de la salvación de las almas. Los tales son
servidores perezosos. Muchos de los que están satisfechos sin hacer mucho
bien, se halagan a sí mismos porque no hacen ningún daño, porque no se
oponen a los obreros fervientes y activos. Pero esta clase de gente hace mucho
daño debido a su ejemplo. ...
El siervo perezoso no fué condenado por lo que había hecho, sino por lo
que había dejado de hacer. En la causa de Dios no hay otro enemigo más
peligroso que el cristiano indolente. Un profano declarado hace menos daño;
porque no engaña a nadie, aparece tal como es, como un abrojo, como una
espina. Los que no hacen nada son el tropiezo mayor. Aquellos que no quieren
llevar las cargas, que rechazan toda responsabilidad desagradable, son los
primeros en caer en las redes de Satanás, los primeros en colocar su influencia
en un camino equivocado.
Velad, orad, trabajad—éste es el santo y seña del cristiano. Que ninguno
se excuse por no trabajar por la salvación de las almas. Que ninguno se engañe
a sí mismo creyendo que no se requiere nada de él. Se requiere de él nada
menos que lo que se esperaba del hombre a quien se le confió un talento.—
The
Review and Herald, 1 de mayo de 1883
.
En nuestra familia hay una obra que debe hacerse por Cristo, lo mismo que
en nuestro vecindario y en todas partes. Siendo bondadosos con los pobres,
con los enfermos, o con los afligidos, podemos ejercer una influencia sobre
ellos, de modo que la verdad divina encuentre acceso a sus corazones. En todas
partes hay oportunidades para ser de utilidad. Todos los que están imbuidos
por el Espíritu de Cristo demostrarán que son pámpanos que llevan fruto de la
Vid viviente. ...
A nosotros nos corresponde trazar el registro que quisiéramos encontrar
más tarde. ¿Tendremos sus páginas llenas con relatos de trabajo ferviente
para Dios y la humanidad? Andemos en las pisadas de Aquel que declaró:
“Conviéneme obrar las obras del que me envió, entretanto que el día dura: la
noche viene, cuando nadie puede obrar”.—
Ibid
.
[305]
314