Página 323 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Cuidado con la confianza propia, 28 de octubre
Dícele Pedro: Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? mi alma
pondré por ti. Respondióle Jesús: ¿Tu alma pondrás por mí? De cierto,
de cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres
veces.
Juan 13:37, 38
.
Justamente antes de la caída de Pedro, Jesús le había dicho: “He aquí,
Satanás os ha pedido para zarandaros como a trigo”.
Lucas 22:31
. ¡Cuán
verdadera era la amistad del Salvador hacia Pedro! ¡Cuán compasiva era su
advertencia! Pero él se sintió ofendido por la advertencia. Con suficiencia
propia Pedro declaró confiadamente que nunca haría aquello contra lo cual
Cristo lo había advertido. Le dijo: “Señor, pronto estoy a ir contigo aun a
cárcel y a muerte”. Su confianza propia le acarreó su ruina. Tentó a Satanás
para que lo tentara, y cayó bajo las artes del astuto enemigo. Cuando Cristo lo
necesitaba más, se puso al lado del enemigo y negó abiertamente a su Señor.
...
Muchos se encuentran hoy día adonde se encontraba Pedro cuando lleno
de confianza propia declaró que no negaría a su Señor. Y debido a su suficien-
cia propia, caen como fácil presa de los artificios de Satanás. Aquellos que
comprenden su debilidad confían en un poder más elevado que el yo, y mien-
tras contemplan a Dios, Satanás no tiene poder contra ellos. Pero aquellos que
confían en el yo son fácilmente derrotados. Recordemos que si no prestamos
atención a las precauciones que Dios nos da, hay una caída ante nosotros.
Cristo no salvará de las heridas a aquel que se coloca por su voluntad en el
terreno del enemigo. Deja que el autosuficiente, que actúa como si supiera
más que su Señor, siga en su supuesta fortaleza. Luego viene el sufrimiento y
una vida inválida, o tal vez la derrota y la muerte.
En la batalla, el enemigo se aprovecha de los puntos más débiles en la
defensa de aquellos a quienes ataca. Aquí es donde hace sus asaltos más fieros.
El cristiano no debiera tener ningún punto débil en su defensa. Debiera estar
protegido por el sostén que las Escrituras dan a aquel que hace la voluntad de
Dios. El alma tentada ganará la victoria si sigue el ejemplo de Aquel que hizo
frente al tentador con estas palabras: “Escrito está”. Puede estar seguro bajo
la protección de un “Así dice Jehová”.—
Manuscrito 115, 1902, pp. 2-4
.
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