Página 333 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La preparación necesaria para el cielo, 6 de noviembre
Mas él conoció mi camino: Probaráme, y saldré como oro.
Job 23:10
.
El Señor obrará por aquellos que colocan su confianza en él. Se obtendrán
preciosas victorias. ... Se aprenderán valiosas lecciones. Se realizarán precio-
sas experiencias que resultarán de la mayor ventaja en los tiempos de prueba
y tentación. Aquellos que le concedan toda la gloria a Dios, sin tomar crédito
para sí mismos, recibirán cada vez más de la bendición de Dios. ... La prueba
que se ha llevado con paciencia, la prueba que se ha recibido con fidelidad,
demostrará que son dignos de responsabilidad, y Dios los hará agentes para
cumplir su voluntad. ...
Los conflictos que se experimentan en la tierra, en la providencia de Dios,
proporcionan la preparación necesaria para desarrollar caracteres apropiados
para las cortes del cielo. Debemos ser miembros de la familia real, hijos de
Dios, y “todas las cosas les ayudan a bien” a los que a Dios aman y se someten
a su voluntad.
Dios es una ayuda que siempre está presente en el momento de necesidad.
Conoce perfectamente los pensamientos más secretos de nuestros corazones,
y todas las intenciones y los propósitos de nuestras almas. Cuando estamos en
perplejidad, aun antes de que le presentemos nuestras dificultades, él dispone
las cosas para nuestra liberación. Nuestra tristeza no pasa inadvertida. El
siempre conoce mucho mejor que nosotros lo que es necesario para el bien de
sus hijos, y nos conduce como nosotros elegiríamos ser guiados si pudiéramos
discernir nuestros propios corazones y ver nuestras necesidades y peligros tal
como Dios las ve. Pero los seres finitos pocas veces se conocen a sí mismos.
No conocen sus propias flaquezas. ... Dios los conoce mejor de lo que ellos se
conocen, y él sabe cómo guiarlos. ...
Si confiamos en él, y le encomendamos nuestros caminos, él dirigirá
nuestros pasos por la senda que nos conduzca a la victoria sobre toda pasión
pecaminosa, sobre todo rasgo de carácter que no es semejante al carácter de
nuestro Modelo divino.—
The Signs of the Times, 25 de mayo de 1888
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