Página 335 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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Todas las cosas les ayudan a bien, 8 de noviembre
Y sabemos que a los que a Dios aman, todas las cosas les ayudan a bien,
es a saber, a los que conforme al propósito son llamados.
Romanos 8:28
.
El corazón que se ha entregado a la sabia disciplina de Dios confiará en
toda obra de su providencia. ... Si Dios dejara que cada uno hiciera como le
place, se fomentaría la presunción y el orgullo, y la gracia de la humildad no
se cultivaría en el corazón. La verdadera cultura sólo es posible para aquellos
que son realmente humildes.
Las cosas que tanto deseamos hacer pueden convertirse en realidad después
de que Dios nos ha probado en la escuela de la experiencia; y entre nuestras
mayores bendiciones pueden contarse las cosas que no se nos permitió realizar,
y que habrían impedido hacer las mismas cosas que estaban mejor calculadas
para prepararnos para una obra mayor. Los deberes sencillos de la vida real
eran esenciales para impedir los esfuerzos inútiles por hacer cosas que no
estábamos capacitados para realizar. Nuestros planes a menudo fracasan,
para que los planes que Dios tiene para nosotros puedan resultar en un éxito
completo. Oh, en la vida futura veremos explicados los enredos y los misterios
de la vida que tanto han estorbado y frustrado nuestras esperanzas. Veremos
que las oraciones y las esperanzas de ciertas cosas que nos fueron retenidas
han estado entre nuestras mayores bendiciones.—
Carta 2, 1889, pp. 8, 9
.
No necesitamos esperar que todo brille en este mundo. Las nubes y las
tormentas se cernirán a nuestro alrededor, y debemos estar preparados para
mantener nuestros ojos dirigidos hacia donde vimos la luz por última vez.
Sus rayos pueden estar ocultos, pero todavía viven, todavía brillan detrás de
la nube. Es nuestra obra esperar, velar, orar y creer. Apreciaremos la luz del
sol mucho más después que desaparezcan las nubes. Veremos la salvación
de Dios si confiamos en él, tanto en la oscuridad como en la luz.—
Carta 23,
1870
.
Todas las pruebas, todas las aflicciones, toda la paz, toda la seguridad,
la salud, la esperanza, la vida y el éxito están en las manos de Dios, y él
puede dirigirlos para el bien de sus hijos. Es nuestro privilegio ser suplicantes,
pedirle cada cosa a Dios, someter humildemente nuestro pedido a sus sabios
propósitos y voluntad infinita.—
Manuscrito 1, pp. 2, 3
.
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