Página 343 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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¡Regocijaos! 16 de noviembre
Gozaos en el Señor siempre: otra vez digo: Que os gocéis. Por nada
estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en
toda oración y ruego, con hacimiento de gracias.
Filipenses 4:4, 6
.
Puede parecer difícil regocijarse en el Señor cuando se está en dificul-
tad, pero perdemos mucho al entregarnos a un espíritu de queja. Es nuestro
privilegio tener en nuestros corazones, en todo tiempo la paz de Cristo. No
deberíamos permitir ser fácilmente perturbados. Dios nos hace pasar por prue-
bas y dificultades para probarnos, y si somos pacientes y confiados bajo su
período de prueba él nos purificará de toda escoria, y finalmente nos hará
aparecer con triunfo y regocijo. Se reservan grandes bendiciones para aquellos
que se someten sin quejarse al yugo que Dios desea que lleven. ...
Que la luz de la verdad brille en vuestra vida. Os preguntáis: ¿Cómo puedo
hacer que brille? Si antes de aceptar la verdad erais impacientes e irritables,
haced que vuestra vida actual demuestre a aquellos que os rodean que la
verdad ha tenido una influencia santificadora en vuestro corazón y carácter,
y que en lugar de ser irritables e impacientes, ahora estáis gozosos y no os
quejáis. Así rebeláis a Cristo al mundo. ...
“Dad gracias en todo” (
1 Tesalonicenses 5:18
) por el poder sustentador de
Dios mediante Jesucristo. ... En el momento en que ofrecéis vuestra oración en
demanda de ayuda podéis no sentir todo el gozo y la bendición que quisierais
experimentar, pero si creéis que Cristo oirá y contestará vuestra petición, la
paz de Cristo vendrá. ...
Si os aferráis a la fortaleza del poderoso Ayudador, y no argüís con vuestro
adversario, y nunca os quejáis de Dios, las promesas se cumplirán. La expe-
riencia que obtengáis hoy confiando en él, os ayudará para hacer frente a las
dificultades de mañana. Cada día debéis confiar como niñitos y acercaros más
a Jesús y al cielo. Al hacer frente a las pruebas y las dificultades diarias con
una confianza inconmovible en Dios, probaréis una vez y otra las promesas
del cielo, y cada vez aprenderéis una lección de fe. Así obtendréis fortaleza
para resistir la tentación, y cuando os vengan las pruebas más duras, estaréis
en condiciones de soportarlas.—
Manuscrito 8, 1885, pp. 1-3
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