Página 52 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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La cadena de oro de la humanidad de Cristo, 11 de febrero
Porque no tenemos un Pontífice que no se pueda compadecer de
nuestras flaquezas; mas tentado en todo según nuestra semejanza, pero
sin pecado.
Hebreos 4:15
.
La manera en que Cristo obedeció y venció, es la de un verdadero ser
humano. Según nuestra conclusión, cometemos muchos errores debido a
nuestro erróneo concepto de la naturaleza humana de nuestro Señor. Cuando
le atribuimos a su naturaleza humana un poder que no es posible que el
hombre despliegue en sus conflictos contra Satanás, destruimos la plenitud de
su humanidad. El concede su gracia imputada y su poder a todos aquellos que
lo reciben por fe.
La obediencia de Cristo a su Padre fué la misma obediencia que se requiere
del hombre. El hombre no puede vencer las tentaciones de Satanás sin un poder
divino que pueda combinar con sus potencialidades humanas. Así sucedió con
Jesucristo. El podía confiar en el poder divino. No vino a nuestro mundo a dar
la obediencia de un Dios menor a un Dios mayor, sino como hombre, para
obedecer la Santa Ley, y de esta manera él es nuestro ejemplo. El Señor Jesús
vino a nuestro mundo, no a revelar lo que Dios podía hacer, sino lo que un
hombre podía hacer, mediante la fe en el poder de Dios para ayudar en toda
emergencia. El hombre, mediante la fe, ha de ser participante de la naturaleza
divina, y debe vencer toda tentación con que sea tentado.
El Señor pide ahora que cada hija e hijo de Adán, a través de la fe en
Jesucristo, le sirva en su naturaleza humana, que ahora tenemos. El Señor
Jesús ha salvado el abismo que el pecado había abierto. Ha unido la tierra con
el cielo, y al hombre finito con el Dios infinito. Jesús, el Redentor del mundo,
podía guardar los mandamientos de Dios, únicamente de la misma manera en
que la humanidad puede observarlos.—
Manuscrito 1, 1892, pp. 9, 10
.
No hemos de servir a Dios como si no fuéramos humanos, sino que
debemos servirle con la naturaleza que tenemos, que ha sido redimida por el
Hijo de Dios; a través de la justicia de Cristo, debemos comparecer delante de
Dios perdonados, y como si nunca hubiéramos pecado.—
Manuscrito 1, 1892,
pp. 10, 11
.
La humanidad del Hijo de Dios lo es todo para nosotros. Es la cadena de
oro que une nuestras almas a Cristo, y mediante Cristo a Dios.—
The Youth’s
Instructor, 13 de octubre de 1898, pp. 806
.
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