Página 91 - Nuestra Elevada Vocacion (1962)

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No deis lugar a la tentación, 20 de marzo
En el temor de Jehová está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus
hijos.
Proverbios 14:26
.
Dios requiere que confesemos nuestros pecados y humillemos nuestros
corazones delante de él; pero al mismo tiempo debemos tener confianza en
él, como un Padre tierno que no olvidará a aquellos que confían en él. No
comprendemos cuántos de nosotros andamos por la vista, y no por la fe.
Creemos en las cosas visibles, pero no apreciamos las preciosas promesas que
se nos han dado en su Palabra. Y sin embargo, no podemos deshonrar a Dios
más decididamente que demostrando que desconfiamos de lo que dice.—
The
Review and Herald, 8 de abril de 1884
.
Quisiera decirles a aquellos que están tentados, ni por un solo momento
reconozcáis las tentaciones de Satanás, como estando en armonía con vuestras
mentes. Alejaos de ellas, como os alejaríais del adversario mismo. La obra de
Satanás consiste en desanimar el alma. La obra de Cristo consiste en inspirar al
corazón con fe y esperanza. Satanás procura destruir nuestra confianza. El nos
dice que nuestras esperanzas están edificadas sobre falsas premisas, más bien
que sobre la palabra inmutable de Aquel que no puede mentir.—
Manuscrito
31, 1911, pp. 17, 18
.
Cuando él [Satanás] sugiere dudas acerca de si realmente somos el pueblo
a quien Dios está guiando, a quien él está preparando mediante pruebas
para permanecer firmes en el día final, estemos listos para hacer frente a sus
insinuaciones presentando la clara evidencia de la Palabra de Dios, de que
éste es el pueblo remanente que guarda los mandamientos de Dios y tiene la
fe de Jesús.—
The Review and Herald, 8 de abril de 1884
.
Confiemos plena, humilde y desinteresadamente en Dios. Somos sus hiji-
tos, y él nos trata como a tales. Cuando nos acercamos a él, su misericordia
nos preserva de los impactos del enemigo. El nunca traicionará a uno que
confíe en él, como un niño confía en sus padres. El ve un alma humilde y
confiada que se acerca a él, y con piedad y amor él se acerca a ella, y levanta
un pendón para ella contra el enemigo. “No los toquéis—dice—, porque son
míos. Los tengo esculpidos sobre las palmas de mis manos”. Les enseña a
ejercer una fe incuestionable en su poder para obrar en beneficio de ellos. Con
seguridad les dice: “Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe”.
1 Juan
5:4
.—
Carta 5, 1903, pp. 7, 8
.
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