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La gracia de la cortesía
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Un cristiano bondadoso y cortés es el argumento más poderoso que
se pueda presentar en favor del cristianismo.
Las palabras bondadosas son como el rocío y suaves lluvias para
el alma. La Escritura dice de Cristo que la gracia fué derramada en
sus labios, para que supiese “hablar en sazón palabra al cansado.
Y
el Señor nos recomienda: “Sea vuestra palabra siempre con gracia,”
“para que dé gracia a los oyentes.
Puede ser que algunos de aquellos con quienes estéis en contacto
sean rudos y descorteses, pero no seáis vosotros menos corteses
por causa de ello. Aquel que desee conservar su respeto propio
debe tener cuidado de no herir innecesariamente el de los demás.
Esta regla debe observarse religiosamente para con los más duros
de entendimiento, para con los que más yerran. No sabéis lo que
Dios se propone hacer con los que aparentemente prometen poco.
El aceptó en lo pasado personas que no eran más promisorias ni
atrayentes que ellos para que hiciesen una gran obra para él. Su
Espíritu, obrando en el corazón, despertó toda facultad y la hizo
obrar vigorosamente. El Señor vió en estas piedras toscas y sin tallar
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material precioso, que podía soportar la prueba de la tempestad, el
calor y la presión. Dios no mira desde el mismo punto de vista que el
hombre. No juzga por las apariencias, sino que escudriña el corazón
y juzga rectamente.
* * * * *
El Señor Jesús exige que reconozcamos los derechos de cada
hombre. Los derechos sociales de los hombres, y sus derechos como
cristianos, han de ser tomados en consideración. Todos han de ser
tratados con refinamiento y delicadeza, como hijos e hijas de Dios.
El cristianismo hace un caballero de un hombre. Cristo era cortés,
aun con sus perseguidores; y sus verdaderos discípulos manifestarán
el mismo espíritu. Miremos a Pablo ante los gobernantes. Su discurso
ante Agripa es una ilustración de la verdadera cortesía como también
de la elocuencia persuasiva. El Evangelio no estimula la cortesía
formal corriente en el mundo, sino la que brota de la verdadera
bondad del corazón.
Isaías 50:4
.
Colosenses 4:6
;
Efesios 4:29
.