Página 117 - Obreros Evang

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El comportamiento apropiado
A aquellos que manejan cosas sagradas se da la solemne reco-
mendación: “Limpiaos los que lleváis los vasos de Jehová.
En
particular aquellos hombres que han sido honrados por el cometido
del Señor, aquellos a quienes ha sido dado un servicio especial que
cumplir, deben tener circunspección en sus palabras y hechos. Deben
ser hombres de consagración, que, por obras de justicia y palabras
puras y veraces, puedan elevar a sus semejantes a un nivel más alto;
hombres que no pierdan el rumbo por toda tentación pasajera; hom-
bres de propósito firme y fervoroso, cuyo objeto supremo consista
en atraer almas a Cristo.
Las tentaciones especiales de Satanás se dirigen contra el mi-
nisterio. El sabe que los predicadores no son sino humanos, que
no poseen gracia o santidad propias; que los tesoros del Evange-
lio han sido puestos en vasos terrenos, a los cuales únicamente el
poder divino puede hacer vasos de honor. El sabe que Dios ordenó
que los predicadores sean un poderoso medio para salvar almas, y
que pueden tener éxito en su obra únicamente en la medida en que
permitan a su Padre eterno regir sus vidas. Por lo tanto, trata con
toda sagacidad de inducirlos a pecar, sabiendo que su cargo hace su
pecado tanto más pecaminoso; porque al cometer el pecado se hacen
ministros del mal.
Aquellos a quienes Dios llamó al ministerio deben dar evidencia
de que son idóneos para ministrar en el púlpito sagrado. El Señor
ordenó: “Sed también vosotros santos en toda conversación.
“Sé
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ejemplo de los fieles,” escribe Pablo. “Ten cuidado de ti mismo y de
la doctrina; persiste en ello; pues haciendo esto, a ti mismo salvarás
y a los que te oyeren.
“El fin de todas las cosas se acerca: sed pues
templados, y velad en oración.
Isaías 52:11
.
1 Pedro 1:15
.
1 Timoteo 4:12, 16
.
1 Pedro 4:7
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