Página 133 - Obreros Evang

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Elementos esenciales para el servicio
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comprender las Escrituras. El tal es verdaderamente colaborador de
Dios. Se da cuenta de que no es sino un instrumento, y que debe ser
pasivo en las manos del Maestro. Le sobrevienen pruebas; porque a
menos que sea así probado, nunca conocería su falta de sabiduría y
experiencia. Pero si busca al Señor con humildad y confianza, toda
prueba obrará para bien suyo. A veces puede parecer que fracasa,
pero su fracaso aparente puede ser el modo que Dios tenga de re-
portarle verdadero adelanto, y puede significar mejor conocimiento
de sí mismo y una confianza más firme en el cielo. Puede ser que
cometa todavía errores, pero aprenderá a no repetirlos. Se vuelve
más fuerte para resistir al mal, y otros cosechan beneficios de su
ejemplo.
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La humildad
El ministro de Dios debe poseer humildad en un grado eminente.
Aquellos que tienen la experiencia más profunda de las cosas de
Dios son los que más se alejan del orgullo y ensalzamiento propio.
Por tener un alto concepto de la gloria de Dios, comprenden que el
lugar más humilde en su servicio es demasiado honorable para ellos.
Cuando Moisés bajó del monte después de pasar cuarenta días en
comunión con Dios, no sabía que su rostro reflejaba un resplandor
que atemorizaba a aquellos que lo miraban.
Pablo tenía una muy humilde opinión de su progreso en la vida
cristiana. Habla de sí mismo como del mayor de los pecadores.
También dice: “No que ya haya alcanzado, ni que ya sea perfecto.
Sin embargo, Pablo había sido altamente honrado por el Señor.
Nuestro Salvador declaró que Juan el Bautista era el mayor de
los profetas; sin embargo, cuando se le preguntó a él mismo si era el
Cristo, declaró que no se consideraba digno de desatar las sandalias
de su Maestro. Cuando sus discípulos se presentaron con la queja de
que todos se volvían hacia el nuevo Maestro, Juan les recordó que él
no era sino el precursor del que había de venir.
Hoy se necesitan obreros que tengan ese espíritu. Los que se
sientan suficientes, y estén satisfechos de sí mismos, pueden muy
bien quedar separados de la obra de Dios. Nuestro Señor pide obreros
que, sintiendo su propia necesidad de la sangre expiatoria de Cristo,
Filipenses 3:12
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