Página 168 - Obreros Evang

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El buen pastor
Cristo, el gran ejemplo para todos los predicadores, se compara
a un pastor. “Yo soy el buen pastor:—declara él—el buen pastor
su vida da por las ovejas.” “Yo soy el buen pastor; y conozco mis
ovejas, y las mías me conocen. Como el Padre me conoce, y yo
conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
Como un pastor terreno conoce sus ovejas, así conoce el Pastor
divino su grey que está dispersa por todo el mundo. “Vosotras, ovejas
mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice el
Señor Jehová.
En la parábola de la oveja perdida, el pastor sale en busca de una
oveja—el menor número que podía mencionarse. Al descubrir que
falta una oveja, no mira con negligencia el rebaño que está alber-
gado en seguridad, ni dice: Tengo noventa y nueve, y me costaría
demasiada molestia salir en busca de la extraviada. Vuelva ella, y le
abriré la puerta del redil y la dejaré entrar. No; apenas se extravía
la oveja, el pastor se llena de pesar y ansiedad. Dejando las noventa
y nueve en el redil, sale en busca de la que se perdió. Por oscura y
tempestuosa que sea la noche, por peligroso e incierto que sea el
camino, por larga y tediosa que sea la búsqueda, no se desalienta
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hasta encontrar la oveja perdida.
¡Con qué alivio oye a lo lejos su primer débil balido! Siguiendo el
sonido, trepa a las alturas más escarpadas; llega a la misma orilla del
precipicio a riesgo de perder la vida. Así sigue buscando, mientras
que el balido, cada vez más débil, le indica que su oveja está por
morir.
Y cuando encuentra la extraviada, ¿le ordena que le siga? ¿La
amenaza o castiga, o la arrea delante de sí, al recordar la molestia
y ansiedad que sufrió por ella? No; pone la exhausta oveja sobre
sus hombros, y con alegre gratitud porque su búsqueda no fué vana,
vuelve al aprisco. Su gratitud encuentra expresión en cantos de
Juan 10:11, 14, 15
.
Ezequiel 34:31
.
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