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La oración por los enfermos
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El predicador debe saber por experiencia que el poder calmante
de la gracia de Cristo produce salud, paz y plenitud de gozo. Debe
conocer a Cristo como Aquel que invitó a los cansados y cargados
a venir a él y encontrar descanso. No debe olvidarse nunca que la
amante presencia del Salvador rodea constantemente a todo agente
humano ordenado por Dios para impartir bendición espiritual. El
recordar esto dará vitalidad a su fe y fervor a sus peticiones.
Entonces podrá impartir el poder salutífero de la verdad de Dios
a aquellos que acudan a él por ayuda. Podrá hablar de las obras de
sanidad hechas por Cristo, y dirigir la mente de los enfermos hacia él
como gran Médico, que es luz y vida, al mismo tiempo que consuelo
y paz. Podrá decirles que no necesitan desesperarse, que el Salvador
los ama, y que si se entregan a él, tendrán su amor, su gracia, su poder
guardador. Instelos a descansar en las promesas de Dios, sabiendo
que quien dió estas promesas es nuestro Amigo mejor y más fiel.
Al tratar de dirigir la mente hacia el cielo, encontrará que el pensar
en la tierna simpatía de Aquel que sabe cómo aplicar el bálsamo
sanador, da a los enfermos un sentimiento de descanso y quietud.
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El médico divino está presente en la pieza del enfermo; oye toda
palabra de las oraciones a él elevadas con la sencillez de la verdadera
fe. Sus discípulos de hoy han de orar por los enfermos tanto como los
discípulos de antaño. Y habrá restablecimientos; porque “la oración
de fe salvará al enfermo.
* * * * *
En la Palabra de Dios tenemos instrucciones relativas a la ora-
ción especial para el restablecimiento de los enfermos. Pero el ofre-
cer tal oración es un acto muy solemne, que no debe emprenderse
sin cuidadosa consideración. En muchos casos de oración por el
restablecimiento de los enfermos, lo que se llama fe no es sino
presunción.
Muchas personas traen la enfermedad sobre sí por actos de com-
placencia. No han vivido de acuerdo con la ley natural ni con los
principios de pureza estricta. Otros han violado las leyes de la salud
en sus hábitos de comer y beber, vestir o trabajar. Muchas veces,
alguna forma de vicio es la causa de la debilidad de la mente o del
Santiago 5:15
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