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La oración secreta
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del siguiente. Satanás está de continuo cambiando sus tentaciones.
Cada día nos veremos colocados en circunstancias diferentes; y en
las escenas desconocidas que nos aguardan, estaremos rodeados de
nuevos peligros, y constantemente asaltados por tentaciones nuevas
e inesperadas. Es únicamente por la fuerza y gracia recibidas del
cielo como podemos esperar vencer las tentaciones y cumplir los
deberes que se nos presentan.
Es algo maravilloso que podamos orar eficazmente; que seres
mortales indignos y sujetos a yerro posean la facultad de presentar
sus peticiones a Dios. ¿Qué facultad más elevada podría desear el
hombre que la de estar unido con el Dios infinito? El hombre débil
y pecaminoso tiene el privilegio de hablar a su Hacedor. Podemos
pronunciar palabras que alcanzan el trono del Monarca del universo.
Podemos hablar con Jesús mientras andamos por el camino, y él
dice: Estoy a tu diestra
Podemos comulgar con Dios en nuestros corazones; podemos
andar en compañerismo con Cristo. Mientras atendemos a nuestro
trabajo diario, podemos exhalar el deseo de nuestro corazón, sin que
lo oiga oído humano alguno; pero aquella palabra no puede perderse
en el silencio, ni puede caer en el olvido. Nada puede ahogar el deseo
del alma. Se eleva por encima del trajín de la calle, por encima del
ruido de la maquinaria. Es a Dios a quien hablamos, y él oye nuestra
oración.
Pedid, pues; pedid y recibiréis. Pedid humildad, sabiduría, valor,
aumento de fe. Cada oración sincera recibirá una contestación. Tal
vez no llegue ésta exactamente como deseáis, o cuando la esperéis;
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pero llegará de la manera y en la ocasión que mejor cuadren a vuestra
necesidad. Las oraciones que elevéis en la soledad, en el cansancio,
en la prueba, Dios las contestará, no siempre según lo esperabais,
pero siempre para vuestro bien
* * * * *
Juan no pasaba su vida en ociosidad, en lobreguez ascética,
o en egoísta aislamiento. De vez en cuando salía a tratar con los
hombres; y era siempre un interesado observador de lo que acontecía
en el mundo. Desde su tranquilo retiro, vigilaba el desarrollo de
Véase
Salmos 16:8
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