Página 239 - Obreros Evang

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La fe
Las mayores victorias ganadas para la causa de Dios no son
resultado de complicadas discusiones, amplias facilidades, extensa
influencia o abundancia de recursos; se obtienen en la cámara de au-
diencia con Dios, cuando con fe ferviente y agonizante los hombres
se asen de su brazo poderoso.
¡Cuán fuertes son la verdadera fe y la verdadera oración! Son
como dos brazos por los cuales el suplicante humano se asiese
del poder del Amor Infinito. La fe consiste en confiar en Dios,
en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro bien.
Así, en vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En
vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra
debilidad, su fuerza; en vez de nuestro pecado, su justicia. Nuestra
vida, nosotros mismos, somos ya suyos; la fe reconoce su derecho de
posesión, y acepta su bendición. Se indican la verdad, la integridad
y la pureza como secretos del éxito de la vida. La fe es la que nos
pone en posesión de estas virtudes. Todo buen impulso o aspiración
provienen de Dios; la fe recibe de Dios la vida que es lo único que
puede producir crecimiento y eficiencia verdaderos.
“Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.
La fe es
lo que nos habilita para mirar más allá del presente, con sus cargas
y congojas, hacia el gran porvenir de la vida venidera, donde se
aclarará todo lo que ahora nos deja perplejos. La fe ve a Jesús de
pie como Mediador nuestro a la diestra de Dios. La fe contempla las
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mansiones que Cristo ha ido a preparar para aquellos que le aman.
La fe ve el manto y la corona aparejados para el vencedor, y oye el
canto de los redimidos.
La fe perfecta, la entrega del yo a Dios, la confianza sencilla en la
palabra que él empeñó, debieran ser parte de la experiencia de todo
predicador. Únicamente en la medida en que tenga esta experiencia
podrá el predicador presentar claramente el tema de la fe a los que
dudan y desconfían.
1 Juan 5:4
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