Página 251 - Obreros Evang

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Nuestra mayor necesidad
“Me seréis testigos.
Estas palabras de Jesús no han perdido
nada de su fuerza. Nuestro Salvador pide testigos fieles en estos
tiempos de formalismo religioso; pero ¡cuán pocos, aun entre los
que profesan ser embajadores de Cristo, están listos para dar un
testimonio fiel y personal por su Maestro! Muchos son los que
pueden decir lo que hicieron, osaron, sufrieron, y disfrutaron los
hombres grandes y buenos de las generaciones pasadas. Se vuelven
elocuentes al presentar el poder del Evangelio, que habilitó a otros
para regocijarse en penosos conflictos y para quedar firmes contra
fieras tentaciones. Pero al par que son tan ardorosos en cuanto a
presentar a otros cristianos como testigos por Jesús, no parecen tener
ninguna nueva ni oportuna experiencia propia que relatar.
Ministros de Cristo, ¿qué tenéis que decir por
vosotros
mismos?
¿Qué conflictos del alma habéis experimentado que hayan sido para
vuestro bien, para el bien de otros y para gloria de Dios? Vosotros,
los que profesáis estar proclamando el último solemne mensaje de
misericordia al mundo, ¿cuál es vuestra experiencia en el conoci-
miento de la verdad, y cuál su efecto sobre vuestros corazones?
¿Testifica por Cristo vuestro carácter? ¿Podéis hablar de la influen-
cia refinadora, ennoblecedora y santificadora de la verdad tal cual
es en Jesús? ¿Qué habéis visto, qué habéis conocido, del poder de
Cristo? Esta es la clase de testimonio que pide el Señor, y por cuya
falta sufren las iglesias
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Sin una fe viviente en Cristo como Salvador personal, es impo-
sible hacer sentir vuestra fe a un mundo escéptico. Si queréis sacar
pecadores de la rápida corriente, vuestros propios pies no deben
asentarse en lugares resbaladizos.
Necesitamos constantemente una nueva revelación de Cristo, una
experiencia diaria que armonice con sus enseñanzas. Hay elevados
y santos progresos a nuestro alcance. Es propósito de Dios que
Hechos 1:8
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10—O. E.
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