Página 331 - Obreros Evang

Basic HTML Version

El esmero
327
“a todo hombre perfecto en Cristo Jesús.
Su enseñanza bíblica
debe tener un carácter directo y una fuerza que convencerá a la
conciencia. La gente sabe tan poco de la Biblia que hay que darle
lecciones prácticas y definidas acerca de la naturaleza del pecado y
su remedio.
Un obrero no debe nunca dejar sin hacer alguna parte del trabajo
porque no es agradable ejecutarla, pensando que el predicador que
vendrá después la hará en su lugar. Cuando tal es el caso, si el se-
gundo predicador sigue al primero y presenta los derechos que Dios
[383]
tiene sobre su pueblo, algunos retroceden, diciendo: “El predicador
que nos anunció la verdad no mencionó estas cosas,” y se ofenden
a causa de la palabra. Algunos se niegan a aceptar el sistema del
diezmo; se apartan y ya no andan más con los que creen y aman la
verdad. Cuando se les presentan otros temas, contestan: “No nos
enseñaron así,” y vacilan en progresar. ¡Cuánto mejor habría sido
que el primer mensajero de la verdad educase fiel y cabalmente a
estos conversos en todos los puntos esenciales, aunque fuese me-
nor el número de personas añadidas a la iglesia por medio de sus
labores! Dios preferiría que hubiese seis personas cabalmente con-
vertidas a la verdad antes que sesenta que lo profesasen y no fuesen
verdaderamente convertidas.
Es parte de la obra del predicador enseñar a los que aceptan la
verdad por sus esfuerzos a traer el diezmo al alfolí, en reconoci-
miento de su dependencia de Dios. Los nuevos conversos deben ser
plenamente instruídos acerca de su deber en cuanto a devolver al
Señor lo que le pertenece. La orden de pagar el diezmo es tan clara
que no hay ni sombra de excusa para violarla. El que descuida de
dar instrucciones acerca de este punto, deja sin hacer una parte muy
importante de su obra.
Los ministros deben también hacer sentir a la gente la impor-
tancia de llevar otras cargas en relación con la obra de Dios. Nadie
está eximido de la obra de benevolencia. Debe enseñarse a la gente
que cada departamento de la causa de Dios debe recibir su apoyo
y atraer su interés. El gran campo misionero está abierto delante
de nosotros, y este tema debe ser agitado y agitado, vez tras vez.
Debe hacerse comprender a la gente que no son los oidores, sino los
[384]
Colosenses 1:28
.