Página 339 - Obreros Evang

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No se han de buscar las discusiones
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que deben existir siempre en los corazones de los cristianos, aun
cuando difieran de opiniones.
En esta época del mundo, una demanda de discusión no es ver-
dadera prueba de ferviente deseo de parte de la gente para investigar
la verdad, sino que proviene del amor a la novedad y excitación
que generalmente acompaña a las discusiones. Rara vez queda Dios
glorificado o promovida la verdad en estos combates. La verdad
es demasiado solemne, demasiado portentosa en sus resultados, pa-
ra hacer de su recepción o rechazo un asunto pequeño. El discutir
acerca de la verdad meramente para demostrar a los oponentes la
habilidad de los combatientes, es un mal método; porque favorece
muy poco el avance de la verdad.
Los oponentes de la verdad demostrarán habilidad en representar
falsamente las posiciones de sus defensores.... Generalmente se
burlarán de la verdad sagrada, y la harán aparecer ante la gente en
tan falsa luz que las mentes oscurecidas por el error y contaminadas
por el pecado no discernirán los motivos y objetos de estos hombres
astutos al cubrir y falsificar así la importante verdad. Por causa de
los hombres que se dedican a ellas, son pocas las discusiones que
se pueden dirigir según principios correctos. Demasiado a menudo
se lanzan agudas saetas, se atacan personalidades y con frecuencia
ambas partes descienden al sarcasmo y a los dichos jocosos. El amor
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por las almas queda eclipsado por el mayor deseo de predominio.
Los prejuicios, profundos y acerbos, son a menudo el resultado....
Muchos prefieren las tinieblas a la luz, porque sus obras son
malas. Pero hay quienes, si la verdad se hubiese presentado de una
manera diferente, en diferentes circunstancias, dándoles una oportu-
nidad justa de pesar los argumentos por sí mismos, y de comparar
texto con texto, habrían quedado encantados por su claridad, y la
habrían aceptado.
Ha sido una indiscreción de parte de nuestros predicadores pu-
blicar al mundo los astutos sofismas del error, proporcionados por
hombres arteros para cubrir y anular la solemne y sagrada verdad
de Jehová. Estos hombres astutos que acechan para engañar a los
incautos dedican su fuerza de intelecto a pervertir la Palabra de Dios.
Los inexpertos e incautos son engañados para ruina suya. Ha sido
un gran error publicar todos los argumentos con que los oponentes
atacan la verdad de Dios; porque al hacerlo las mentes de todas las