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Obreros Evangélicos
que, si andan humildemente con él, les dará ayuda para su obra; y os
la dará para la vuestra, si la buscáis con el mismo espíritu. Si el Señor,
en su providencia, os ha impuesto importantes responsabilidades,
os hará idóneos para llevarlas, si acudís a él con fe a fin de obtener
fuerza para cumplirlas. Cuando pongáis vuestra confianza en él y
dependáis de su consejo, él no os abandonará a vuestro juicio finito
para que hagáis planes imperfectos y fracaséis.
No hagáis del hombre vuestro confesor
Cada uno necesita una experiencia práctica en confiar en Dios
por sí mismo. Que ningún hombre llegue a ser vuestro confesor;
abrid vuestro corazón a Dios; contadle todo secreto de vuestra alma.
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Presentadle vuestras dificultades, grandes y pequeñas, y él os mostra-
rá cómo salir de todas. El sólo puede saber cómo daros precisamente
la ayuda que necesitáis.
Y cuando, después de momentos penosos recibáis ayuda, cuando
el Espíritu de Dios obre manifiestamente por vosotros, ¡qué experien-
cia preciosa obtendréis! Obtendréis fe y amor, el oro que el Testigo
fiel os aconseja que compréis de él. Estáis aprendiendo a allegaros a
Dios en todas vuestras dificultades; y a medida que aprendáis estas
preciosas lecciones de fe, las enseñaréis a otros. Así podréis estar
elevando continuamente a la gente a un nivel superior de experiencia.
El presidente de una asociación local está, por su manera de
tratar, educando a los ministros que están bajo su dirección, y juntos
pueden educar de tal manera a las iglesias que no sea necesario
llamar a los predicadores de la asociación de un campo de labor
a arreglar dificultades y disensiones en la iglesia. Si los dirigentes
de la asociación, como siervos fieles, quieren cumplir sus deberes
señalados por el cielo, la obra de nuestras asociaciones no quedará
tan enredada en perplejidades como hasta ahora. Y al trabajar así los
obreros llegarán a ser hombres fuertes, capaces de llevar responsabi-
lidades, que no fracasarán ni se desalentarán al verse en situaciones
duras.
Hay Uno que es poderoso para salvar hasta lo sumo a todos los
que a él se allegan. ¿No es amplia y plena la promesa: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descan-