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Los presidentes de asociaciones
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¿Por qué estamos tan poco dispuestos a acudir directamente a
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la Fuente de nuestra fortaleza? ¿No nos hemos apartado del Señor
en esto? ¿No deben nuestros ministros y los presidentes de nuestras
asociaciones aprender de dónde viene su ayuda? ...
Un cambio de obreros
Se me ha preguntado si no es un error cambiar el presidente
de una asociación local a un nuevo campo cuando muchos de los
hermanos que están bajo su dirección actual no desean que él los
deje.
Al Señor le plugo darme luz sobre este asunto. Me ha sido
mostrado que los predicadores no deben ser retenidos en el mismo
distrito año tras año, y que no debe presidir el mismo hombre durante
largo tiempo en una asociación. Un cambio de dones es para bien de
nuestras asociaciones e iglesias.
A veces los predicadores no se han sentido dispuestos a cambiar
de campo de labor; pero si entendiesen todas las razones que hay
para hacer los cambios, no retrocederían. Algunos han pedido quedar
un año más en el mismo campo, y con frecuencia se les ha concedido
su petición. Han sostenido que tenían planes para hacer una obra
mayor que antes. Pero al fin del año, reinaba un estado de cosas peor
que antes. Si un predicador ha sido infiel en su obra, no es probable
que remedie el asunto permaneciendo más tiempo. Las iglesias se
acostumbran a la dirección de aquel hombre, y piensan que deben
mirarlo a él en vez de mirar a Dios. Sus ideas y planes tienen una
fuerza predominante en la asociación.
Los hermanos pueden ver que él yerra en su juicio, y por causa de
esto aprenden a tener en poco el ministerio. Si quisieran mirar a Dios
y depender de la sabiduría celestial, obtendrían una experiencia del
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más alto valor, y podrían ellos mismos suplir, en muchos respectos
por lo menos, lo que falta en aquel que es sobreveedor de la grey.
Pero demasiado a menudo se deja que las cosas vayan como quieran,
haciéndose responsable al presidente de la condición de las iglesias
de la asociación, mientras que los miembros se vuelven indiferentes
y tibios, sin hacer nada para poner las cosas en orden.
Mateo 11:28
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