Página 392 - Obreros Evang

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El examen para el ministerio
No se debe animar a los hombres a entrar en el campo como
ministros sin tener evidencia inequívoca de que Dios los ha llamado.
El Señor no quiere confiar la carga de su grey a personas que no
estén calificadas para ello. Aquellos a quienes el Señor llame deben
ser hombres de profunda experiencia, probados, hombres de sano
criterio, hombres que osarán reprender el pecado con espíritu de
mansedumbre, hombres que sabrán cómo apacentar la grey. Dios co-
noce el corazón, y sabe a quién elegir.—
Testimonies for the Church
1:209
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* * * * *
Ha habido demasiado poco examen de los ministros; y por esta
razón las iglesias han recibido las labores de hombres ineficientes,
no convertidos, que arrullaron a los miembros en el sueño, en vez de
despertarlos e impartirles mayor celo y fervor en la causa de Dios.
Hay ministros que vienen a la reunión de oración, y elevan las mis-
mas antiguas oraciones sin vida una y otra vez; predican los mismos
áridos discursos semana tras semana y mes tras mes. No tienen nada
de nuevo e inspirador que presentar a sus congregaciones, y esto es
prueba de que no son participantes de la naturaleza divina. Cristo no
mora en su corazón por la fe.
Los que pretenden guardar y enseñar la santa ley de Dios, y están,
sin embargo, continuamente transgrediendo esa ley, son piedras de
tropiezo tanto para los pecadores como para los que creen en la
verdad. La despreocupación con que muchos consideran la ley de
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Jehová y el don de su Hijo es un insulto a Dios. La única manera
en que podemos corregir este difundido mal, consiste en examinar
detenidamente a todo aquel que quiera enseñar la Palabra. Aquellos
a quienes incumba esta responsabilidad, deben conocer la historia
del que pretenda enseñar la verdad desde que profesó abrazarla.
Su experiencia cristiana y su conocimiento de las Escrituras, la
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