Página 402 - Obreros Evang

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La debida remuneración de los ministros
En esta vida los que están empeñados en el ministerio deben
recibir remuneración adecuada a su labor. Dedican todo su tiempo,
pensamiento y esfuerzo, al servicio del Maestro; no es conforme a
la voluntad de Dios que el salario que se les pague sea insuficiente
para suplir las necesidades de sus familias. El predicador que hace
su parte conforme a su capacidad debe recibir lo que es justo.
Los hombres que deciden lo que cada obrero debe recibir deben
procurar fervorosamente estar de acuerdo con el parecer de Dios
en sus decisiones. Algunos de los que han sido miembros de las
comisiones de sueldos carecieron de discernimiento y criterio. A
veces, la junta estuvo compuesta de hombres que no tenían verdadera
comprensión de la situación de los obreros, y que por sus decisiones
erróneas produjeron vez tras vez verdadera opresión y necesidad
en las familias. Su dirección dió ocasión al enemigo para tentar y
desanimar a los obreros, y en algunos casos hasta llegó a hacerles
abandonar el campo.
Debe manifestarse un cuidado escrupuloso al arreglar las cuentas
de los obreros. Los que son elegidos como miembros de la comisión
de sueldos deben ser hombres de percepción clara, familiarizados
con el trabajo que hacen. Deben ser “varones de virtud, temerosos
de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia.
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El predicador debe tener un sueldo algo más amplio que sus
necesidades imprescindibles, porque se hacen muchos pedidos a sus
recursos financieros. En su obra, encuentra con frecuencia personas
que son tan pobres que tienen poco que comer y vestir, y no tienen
lo adecuado para dormir. El debe dar para socorrer a los muy me-
nesterosos, para saciar su hambre y cubrir su desnudez. Se espera de
él que encabece las buenas empresas, que ayude a edificar capillas,
y hacer progresar la causa de Dios en otros países.
El misionero elegido de Dios no puede tener vivienda fija, sino
que debe llevar a su familia de lugar a lugar, muchas veces, de un
Éxodo 18:21
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