Página 407 - Obreros Evang

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Una sabia distribución de los recursos
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Cuando los que han de asignar a las necesidades de la obra del
Señor los recursos de su tesorería hayan tratado abnegadamente
de comprender en forma correcta la situación, deben allegarse al
propiciatorio, pidiendo clara intuición y sabiduría celestial, para
poder ver las necesidades de los países lejanos, como de los cercanos.
Nunca acudirán al Señor en vano. Al pedirle que les ayude a hacer
progresar la obra en las regiones lejanas, recibirán gracia de parte
del Altísimo.
Se ha de manifestar una equidad desinteresada al tratar con las
fuerzas de obreros en el país propio y en los extranjeros. Debemos
comprender cada vez mejor que los recursos que afluyen a la tesore-
ría del Señor en forma de diezmos y donativos de nuestros hermanos,
deben emplearse para sostener la obra, no sólo en nuestro país, sino
también en los campos extranjeros. Los que viven en lugares donde
la obra ha estado establecida durante largo tiempo, deben restringir
sus supuestas necesidades, para que la obra pueda progresar en los
nuevos campos. En las instituciones establecidas desde hace mucho,
reina a veces el deseo de conseguir más y más ventajas. Pero el
Señor declara que esto no debe ser. El dinero de su tesorería debe
ser empleado en fortalecer la obra por todo el mundo.
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Aquellos lugares de la viña del Señor en que poco o nada se ha
hecho, piden a los puntos en que están ya establecidas instituciones,
que comprendan la situación. Restrinjan su ambición a ramificarse
los hombres de aquellos campos donde por voluntad de Dios se ha
trabajado ya extensamente, y donde la causa está fuertemente esta-
blecida. No piensen ellos en las grandes cosas que les gustaría hacer
y seguir añadiendo a sus facilidades, mientras que otras partes de la
viña están en la indigencia. Es una ambición egoísta la que induce
a ciertos hombres a pedir aumento de fondos para un campo que
posee ya amplias facilidades, mientras que los campos misioneros
sufren necesidad.
Si el Señor favorece la obra en algunos países más que en otros,
es para que en ellos se revele un espíritu de verdadera generosidad,
un deseo de ayudar a los que necesitan grandemente ayuda a fin de
hallar un lugar donde asentar la obra y darle carácter. El Señor no
hace acepción de personas ni de lugares. Su obra es un gran conjunto
único. Su verdad ha de ser proclamada a toda nación, tribu, lengua y
pueblo; y a medida que se entre en nuevos campos y la gente acepte