Página 42 - Obreros Evang

Basic HTML Version

Cristo nuestro ejemplo
Nuestro Señor Jesucristo vino a este mundo para ministrar in-
cansablemente a la necesidad del hombre. “Tomó nuestras enferme-
dades, y llevó nuestras dolencias,
a fin de poder ministrar a toda
necesidad de la humanidad. Vino para quitar la carga de enfermedad,
miseria y pecado. Era su misión traer completa restauración a los
hombres; vino para darles salud, paz y perfección de carácter.
Diversas eran las circunstancias y necesidades de aquellos que
solicitaban su ayuda, y ninguno de los que acudían a él se iba sin
haber recibido ayuda. De él fluía un raudal de poder sanador, y los
hombres eran sanados en cuerpo, mente y alma.
La obra del Salvador no se limitaba a lugar o tiempo alguno.
Su compasión no conocía límites. Verificaba su obra de curación
y enseñanza en tan grande escala que no había en toda Palestina
edificio bastante amplio para contener las multitudes que acudían a
él. En las verdes laderas de las colinas de Galilea, en los caminos, a
orillas del mar, en las sinagogas, y en todo lugar donde se le podía
llevar enfermos, encontraba su hospital. En toda ciudad, todo pueblo,
toda aldea donde pasara, imponía las manos a los afligidos, y los
[42]
sanaba. Dondequiera que hubiese corazones listos para recibir su
mensaje, él los consolaba con la seguridad del amor de su Padre
celestial. Durante todo el día servía a los que acudían a él; y por la
noche atendía a los que durante el día debían trabajar para ganar una
pitanza con que sostener a sus familias.
Jesús llevaba el peso aterrador de la responsabilidad por la sal-
vación de los hombres. El sabía que a menos que hubiese un cambio
radical en los principios y propósitos de la especie humana, todo se
perdería. Tal era la carga de su alma, y nadie podía apreciar el peso
que descansaba sobre él. En la niñez, en la juventud y en la edad
viril, anduvo solo. Sin embargo, era estar en el cielo hallarse en su
presencia. Día tras día hacía frente a pruebas y tentaciones; día tras
día se hallaba en contacto con el mal, y presenciaba su poder sobre
Mateo 8:17
.
38