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Obreros Evangélicos
al pobre, y él le dará su paga.” “El alma liberal será engordada; y el
que saciare, él también será saciado.
Aunque gran parte de los frutos de su labor no se note en esta
vida, los obreros de Dios tienen su segura promesa del éxito final.
Como Redentor del mundo, Cristo arrostraba constantemente el fra-
caso aparente. Parecía hacer poco de la obra que él anhelaba hacer
para elevar y salvar. Los agentes satánicos trabajaban de continuo
para obstruir su camino. Pero él no quería desalentarse. Veía siempre
delante de sí el resultado de su misión. Sabía que la verdad iba a
triufar finalmente en la contienda con el mal, y dijo a sus discípu-
los: “Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el
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mundo tendréis aflicción, mas confiad, yo he vencido al mundo.
La vida de los discípulos de Cristo ha de ser como la suya, una serie
ininterrumpida de victorias,—no tenidas por tales acá; pero serán
reconocidas como tales en el gran más allá.
Los que trabajan para beneficiar a otros trabajan en unión con
los ángeles celestiales. Tienen su compañía constante, su ministerio
incesante. Los ángeles de luz y poder están siempre cerca para
proteger, consolar, sanar, instruir, inspirar. La más alta educación, la
cultura más verdadera, el servicio más exaltado que puedan gozar
los seres humanos en este mundo, son suyos.
Muchas veces nuestro Padre misericordioso anima a sus hijos y
fortalece su fe permitiéndoles ver en esta tierra pruebas del poder de
su gracia sobre el corazón y la vida de aquellos por quienes trabajan.
“Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros cami-
nos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la
tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis
pensamientos más altos que vuestros pensamientos. Porque como
desciende de los cielos la lluvia, y la nieve, y no vuelve allá, sino
que harta la tierra, y la hace germinar y producir, y da simiente al
que siembra, y pan al que come; así será mi palabra que sale de mi
boca; no volverá a mí vacía, antes hará lo que yo quiero, y será pros-
perada en aquello para que la envié. Porque con alegría saldréis, y
con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción
delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas
Proverbios 3:9, 10; 11:24; 19:17; 11:25
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Juan 16:33
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