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Obreros Evangélicos
Los redimidos de Cristo son sus joyas, su tesoro precioso y pe-
culiar. “Serán engrandecidos en su tierra como piedras de corona,”—
“las riquezas de la gloria de su herencia en los santos.
En ellos
“del trabajo de su alma verá y será saciado.
Y ¿no habrán de regocijarse sus obreros cuando ellos también
contemplen el fruto de sus labores? El apóstol Pablo, escribiendo
a los conversos tesalonicenses, dice: “¿Cuál es nuestra esperanza,
o gozo, o corona de que me gloríe? ¿No sois vosotros, delante de
nuestro Señor Jesucristo en su venida? Que vosotros sois nuestra
gloria y gozo.
Y exhorta a los hermanos filipenses a ser “irrepren-
sibles y sencillos,” a resplandecer “como luminares en el mundo;
reteniendo la palabra de vida para que yo pueda gloriarme en el día
de Cristo, que no he corrido en vano, ni trabajado en vano.
Todo impulso del Espíritu Santo que conduzca a los hombres a
la bondad y a Dios, queda anotado en los libros del cielo, y en el día
de Dios, todo aquel que se haya entregado como instrumento para la
obra del Espíritu Santo, podrá contemplar lo que su vida logró....
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Maravillosa será la revelación cuando se presenten las líneas de
influencia santa, con sus preciosos resultados. ¡Cuál será la gratitud
de las almas que nos vendrán al encuentro en los atrios celestiales,
cuando comprendan el interés amante y bondadoso que se tomó en
su salvación! Darán toda alabanza, honor y gloria a Dios y al Cordero
por nuestra redención; pero no restarán poder a la gloria de Dios al
expresar gratitud al instrumento que él empleó en la salvación de las
almas que estaban a punto de perecer.
Los redimidos encontrarán y reconocerán a aquellos cuya aten-
ción dirigieron al ensalzado Salvador. ¡Qué bendita conversación
tendrán con estas almas! “Yo era pecador—dirá alguno,—sin Dios y
sin esperanza en el mundo; y tú viniste a mí, y atrajiste mi atención
al precioso Salvador como única esperanza mía, y creí en él. Me
arrepentí de mis pecados y se me hizo sentar con sus santos en los
lugares celestiales en Cristo Jesús.” Otros dirán: “Yo era pagano en
tierras paganas. Tú dejaste tus amigos y tu cómodo hogar, para ir a
enseñarme cómo encontrar a Jesús, y creer en él como único Dios
Zacarías 9:16
;
Efesios 1:18
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Isaías 53:11
.
1 Tesalonicenses 2:19, 20
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Filipenses 2:15, 16
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