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Pablo, el apóstol a los gentiles
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Estas palabras presentan al que trabaja para Cristo una alta nor-
ma que alcanzar, la cual, sin embargo, puede ser alcanzada por todos
aquellos que, poniéndose bajo la dirección del gran Maestro, apren-
den diariamente en la escuela de Cristo. El poder de que dispone
Dios es ilimitado; y el ministro que, en su gran necesidad, busca al
Señor en la soledad, puede tener la seguridad de que recibirá aquello
que será para sus oyentes sabor de vida para vida.
Los escritos de Pablo demuestran que el ministro evangélico
debe ser un ejemplo de las verdades que enseña, “no dando a nadie
ningún escándalo, porque el ministerio nuestro no sea vituperado.
A Tito escribió: “Exhorta asimismo a los mancebos a que sean come-
didos; mostrándote en todo por ejemplo de buenas obras; en doctrina
haciendo ver integridad, gravedad, palabra sana, e irreprensible; que
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el adversario se avergüence, no teniendo mal ninguno que decir de
vosotros.
Acerca de su propia obra, él nos ha dejado una descripción en
su epístola a los creyentes corintios: “Habiéndonos en todas cosas
como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en
necesidades, en angustias; en azotes, en cárceles, en alborotos, en
trabajos, en vigilias, en ayunos; en castidad, en ciencia, en longani-
midad, en bondad, en Espíritu Santo, en amor no fingido; en palabra
de verdad, en potencia de Dios, en armas de justicia a diestro y
siniestro; por honra y por deshonra, por infamia y por buena fama;
como engañadores, mas hombres de verdad; como ignorados, mas
conocidos; como muriendo, mas he aquí vivimos; como castiga-
dos, mas no muertos; como doloridos, mas siempre gozosos; como
pobres, mas enriqueciendo a muchos.
El corazón de Pablo estaba lleno de un hondo y constante sen-
timiento de su responsabilidad; y él trabajaba en íntima comunión
con Aquel que es la fuente de justicia, misericordia y verdad. Se
aferraba a la cruz de Cristo como su única garantía de éxito. El amor
del Salvador era el constante motivo que lo sostenía en sus conflictos
con el yo y en su lucha contra el mal, a medida que en el servicio de
Cristo avanzaba frente a la frialdad del mundo y a la oposición de
sus enemigos.
2 Corintios 6:3
.
Tito 2:6-8
.
2 Corintios 6:4-10