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Obreros Evangélicos
las emplee en su servicio. Ha dado a cada uno su trabajo, y exige
que toda facultad sea aprovechada para gloria suya.
La preparación de soldados
Enfrente mismo de nuestra imprenta de Basilea, Suiza, hay un
gran parque de muchas hectáreas, reservado por el gobierno para los
ejercicios militares. Allí, día tras día, en ciertos períodos del año,
vemos soldados que se adiestran. Se les enseñan todos los deberes
del ejército, de modo que en caso de guerra estarían listos para
responder al llamado del gobierno a entrar en servicio activo.
Un día se llevó una hermosa carpa al terreno. Luego se practicó
la operación de plantarla y desarmarla. Se daban instrucciones para
levantarla en orden, teniendo cada hombre su parte específica que
hacer. Varias veces la levantaron y la desarmaron.
Otra compañía trajo otros cañones de pequeño calibre, y los
oficiales dieron lecciones acerca de cómo trasladarlos rápidamente
de un lugar a otro, cómo sacar el tren delantero y poner el cañón er
posición para tirar y luego volver a poner el avantrén, para que al oír
la orden de marcha pudiesen moverse al instante.
Llegaron ambulancias al campo de ejercicios, y se enseñaba al
cuerpo sanitario a cuidar de los heridos. Se ponían hombres sobre las
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camillas, y se les vendaban la cabeza y los miembros como si fuesen
heridos del campo de batalla. Luego los ponían en la ambulancia y
los sacaban del campo.
Durante horas, los soldados practican los ejercicios de librarse
de sus equipos, y de volverlos a poner rápidamente en posición a
la espalda. Se les enseña a poner las armas en pabellón y a volver
a tomarlas prestamente. Se les hace practicar la carga contra el
enemigo, y se los prepara en toda clase de maniobras.
Así siguen efectuándose los ejercicios que preparan a los hom-
bres para cualquier emergencia. ¿Y deben ser menos ardorosos y
esmerados en su preparación para la guerra espiritual los que pelean
la batalla para el Príncipe Emmanuel? Los que se dedican a esta gran
obra deben tomar parte en la ejercitación necesaria. Deben aprender
a obedecer antes de ser idóneos para mandar.