Página 85 - Obreros Evang

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Los obreros y la cultura de la voz
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Los predicadores y maestros deben disciplinarse en cuanto a
articular clara y distintamente, dando su pleno sonido a cada palabra.
Aquellos que hablan rápidamente, por la garganta, fusionando las
palabras, y levantando la voz a un tono que no es natural, no tardan
en enronquecer, y las palabras que dicen pierden la mitad de la
fuerza que tendrían si fuesen pronunciadas lenta, claramente y en
un tono no tan alto. Se despiertan las simpatías de los oyentes hacia
el orador; porque saben que él se está haciendo violencia, y temen
que en cualquier momento se vea impedido de seguir. El hecho
de que un hombre se excite hasta un frenesí de ademanes no es
prueba de que tenga celo por Dios. “El ejercicio corporal para poco
es provechoso,
declara el apóstol.
El Salvador del mundo quiere que sus colaboradores lo repre-
senten; y cuanto más íntimamente ande un hombre con Dios, tanto
más exenta de defectos será su manera de hablar, su porte, su actitud
y sus ademanes. Los modales groseros y desmañados no se vieron
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nunca en nuestro dechado, Cristo Jesús. El era un representante del
cielo, y sus discípulos deben ser semejantes a él.
Algunos arguyen que el Señor calificará por su Espíritu Santo
al hombre para que hable como él quiere que hable; pero el Señor
no se propone hacer la obra que dió a hacer al hombre. Nos ha
dado facultades de razonar, y oportunidades de educar la mente y
los modales. Y después que hayamos hecho todo lo que podamos
por nosotros mismos, sacando el mejor partido posible de las ven-
tajas que están a nuestro alcance, entonces podremos pedir a Dios
en oración ferviente que haga por su Espíritu lo que nosotros no
podemos hacer por nosotros mismos.—
Testimonies for the Church
4:404, 405
.
* * * * *
Un verdadero conocimiento de la Biblia puede obtenerse única-
mente por la ayuda de aquel Espíritu por el cual fué dada la Palabra.
Y a fin de obtener este conocimiento debemos vivir por él. Debemos
acatar todo lo que la Palabra de Dios ordena. Podemos reclamar el
cumplimiento de todas sus promesas. La vida que ella recomienda
1 Timoteo 4:8
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