Página 99 - Obreros Evang

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El jóven predicador
Los jóvenes han de entrar en el ministerio como colaboradores
de Jesús, para compartir su abnegación y espíritu de sacrificio y
proclamar las palabras del Maestro: “Yo me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean santificados en verdad.
Si quieren ellos
entregarse a Dios, él los empleará para contribuir a llevar a cabo su
plan para la salvación de las almas. Mire bien de frente su vocación
el joven que entró en el ministerio, y resuelva consagrar su tiempo,
fuerza e influencia a la obra, bien enterado de las condiciones bajo
las cuales sirve al Redentor.
Los portaestandartes están cayendo, y deben prepararse jóvenes
para llenar las vacantes, a fin de que el mensaje siga proclamándose.
Se ha de extender la lucha activa. Los que poseen juventud y fuerza
han de ir a los lugares oscuros de la tierra, para llamar al arrepenti-
miento a las almas que perecen. Pero deben primero limpiar de toda
impureza el templo del alma, y entronizar a Cristo en el corazón.
“Ten cuidado”
A cada joven que entra en el ministerio se dirigen las palabras
de Pablo a Timoteo: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina.
“De ti mismo” requiere la primera atención. Primero entréguese al
Señor para ser purificado y santificado. Un ejemplo piadoso influirá
más para la verdad que la mayor elocuencia, si no va acompañada de
una vida bien ordenada. Aderezad la lámpara del alma, y volvedla a
llenar del aceite del Espíritu. Pedid a Cristo aquella gracia y claridad
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de comprensión, que os habilitarán para trabajar con éxito. Aprended
de él lo que significa trabajar en favor de aquellos por quienes dió
su vida.
Tened “cuidado,” primero de vosotros mismos, y luego de la
doctrina. No permitáis que vuestros corazones se endurezcan por
Juan 17:19
.
1 Timoteo 4:16
.
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