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El otro Poder
La reforma, una reforma continua, debe mantenerse ante la gente,
y por medio de nuestro ejemplo debemos reforzar nuestras ense-
ñanzas. La verdadera religión y las leyes de la salud van mano a
mano. Es imposible trabajar por la salvación de los hombres y las
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mujeres sin presentarles la necesidad de romper las complacencias
pecaminosas que destruyen la salud, rebajan el ser e impiden que la
verdad divina impresione la mente. Hay que enseñar a hombres y
mujeres a reconsiderar cuidadosamente cada hábito y práctica, y de
inmediato descartar las cosas que enferman el cuerpo y arrojan una
sombra oscura sobre la mente.
Dios desea que su pueblo sea portador de luz al mundo que yace
en medio de las tinieblas. Pero si rehúsa avanzar en la luz que él
hace brillar en su camino, la luz finalmente se tornará en tinieblas;
y en lugar de ser portadores de luz para el mundo, ellos mismos
se perderán en las tinieblas que los rodearán. Dios desea que sus
portadores de luz mantengan siempre una norma elevada ante ellos.
Por precepto y ejemplo deben elevar esa norma perfecta muy por
encima de la falsa norma de Satanás, la cual, si se la sigue, conducirá
a la miseria, la degradación, la enfermedad y la muerte tanto para el
cuerpo como para la mente.
Los que actúan como maestros deben tener un buen conocimien-
to de las enfermedades y de sus causas, y deben comprender que
cada acción del ser humano debe encontrarse en perfecta armonía
con las leyes de la vida. La luz que Dios ha dado con respecto a la
reforma pro salud es para nuestra salvación y la salvación del mundo.
Los hombres y las mujeres debieran ser informados con respecto
al cuerpo formado por nuestro Creador como su morada, y sobre
el cual él desea que seamos mayordomos fieles. Estas importantes
verdades deben ser dadas al mundo. Debemos alcanzar a la gente en
el lugar donde se encuentra, y por medio del ejemplo y el precepto
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conducirla para que capte la hermosura de un estilo de vida mejor.
Nuestro deber para con el mundo
—El mundo necesita instruc-
ción en este sentido. Ha llegado el tiempo cuando cada hermano/a
debe ser permanecer fiel y leal a cada rayo de luz que Dios ha dado,
y comenzar seriamente a dar este mensaje de la salud a la gente.
Tendremos fortaleza y poder para hacer esto si practicamos estas
verdades en nuestras propias vidas. Si todos siguiéramos la luz que
hemos recibido, la bendición de Dios descansaría sobre nosotros