Página 128 - El otro Poder (1996)

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El otro Poder
dije. Pregunté: “¿Dónde está el discernimiento espiritual, o el buen
juicio de ustedes, para que siembren cizaña entre el trigo? Nada debe
aparecer en nuestras publicaciones que no represente la verdad y la
justicia”.
Tenemos que aplicar esfuerzos fervientes para dirigir las mentes
de nuestros jóvenes de Oakland por los canales correctos. A veces
han sido severamente reprendidos por inclinarse hacia el amor por
los placeres, alejándose del curso de acción más seguro que el cielo
aprueba. Pero, ¿qué puedo decir cuando nuestras revistas publican
tales encomios de hombres que no glorificaron a Dios en su vida y
carácter? ¿Piensan ustedes que tales representaciones ayudarán a los
jóvenes a caminar en la senda angosta de la santidad?
No veo cómo una representación como ésta, o como la de la
primera página de una
Review
reciente—la ilustración de un relicario
idólatra—pueda ser una ayuda espiritual para nuestro pueblo.
Me siento intensamente deseosa de que cada palabra que se pu-
blica para nuestro pueblo refleje la luz que traspasará las oscuras
sombras de Satanás. Pongan en nuestras revistas las experiencias
animadoras que muestran la bondad y el amor de Dios en el trato
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con su pueblo. Esto los fortalecerá y los animará. Hagan sendas
rectas para sus pies; hagan que el lisiado pueda regresar al camino.
Mantengan el mensaje de advertencia de la verdad delante de la
gente; porque el fin está cerca. Proclamen a viva voz y no se preocu-
pen. Algunos no prestarán atención, pero otros se arrepentirán y se
convertirán.
Se me mostraron algunas cosas de gran importancia, pero no
tuve fuerzas para escribirlas esta mañana. Cuando intenté hacerlo,
me sobrevino tal intensidad de sentimientos que me vi obligada a
detenerme.
Se necesita visión espiritual
—Oh, necesitamos muchísimo dis-
cernimiento agudo, una visión espiritual clara. Nuestros ojos necesi-
tan ser ungidos con el colirio celestial, para que podamos ver todas
las cosas claramente. Por medio de nuestras publicaciones deben
proclamarse las grandes y solemnes verdades para este tiempo, y en
ellas debemos desplegar todo el poder espiritual que podamos.
Nuestra instrucción para el tiempo presente es: Cómo podemos
comprender y presentar más claramente el evangelio que Cristo en
persona presentó a Juan en la isla de Patmos; a este evangelio que