Página 35 - El otro Poder (1996)

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La investigación de nueva luz
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rehusarnos a examinar las Escrituras con quienes desean conocer
la verdad tanto como nosotros. Supongamos que un hermano tiene
un punto de vista diferente del de ustedes, y que les propusiera
que se sienten con él para investigar ese punto en las Escrituras,
¿deberían ustedes levantarse, llenos de prejuicios, y condenar sus
ideas mientras rehúsan escucharlo?
El único camino correcto sería sentarse como cristianos e inves-
tigar la posición presentada a la luz de la Palabra de Dios, la cual
revelará la verdad y desenmascarará el error. Ridiculizar sus ideas
no debilitaría en lo más mínimo la posición de él si fuera falsa, ni
fortalecería su posición si fuese verdadera. Si los pilares de nuestra
fe no soportan la prueba de la investigación, es tiempo de que lo
sepamos. No debe haber espíritu de farisaísmo entre nosotros. Cuan-
do Cristo vino a lo suyo, los suyos no lo recibieron; y es un asunto
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de solemne interés para nosotros no seguir un camino similar por
rehusar la luz del cielo.
Debemos estudiar la verdad por nosotros mismos. No debería-
mos depender de ningún ser humano que piense por nosotros. No
importa quién sea, ni en qué puesto se encuentre, no hemos de mirar
a ningún hombre como el criterio perfecto para nosotros. Debemos
reunirnos para recibir consejo y estar sujetos unos a otros; pero, al
mismo tiempo, hemos de ejercitar la capacidad que Dios nos ha dado
para conocer qué es la verdad. Cada uno de nosotros debe pedir a
Dios la orientación divina. Debemos desarrollar individualmente
un carácter que soporte la prueba el día de Dios. No deberíamos
enamorarnos de nuestras ideas y pensar que ninguno tiene derecho
a interferir en nuestras opiniones.—
The Review and Herald, 18 de
junio de 1889
.
No se revela sólo a uno o dos
—Dios no ha pasado por alto a
su pueblo ni ha elegido a un hombre solitario aquí y otro allí como
los únicos dignos de que les sea confiada su verdad. No da a un
hombre una nueva luz contraria a la fe establecida en todo el cuerpo
de creyentes [la iglesia]. En todas las reformas se han levantado
hombres que aseveraban esto. Pablo amonestó a la iglesia de su
tiempo: “Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen
cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos”.
Hechos 20:30
.
El mayor daño que puede recibir el pueblo de Dios proviene de los