42
El otro Poder
Leemos en la profecía de Zacarías que cuando Satanás, con toda
su sinagoga, se levantó para resistir las oraciones de Josué, el sumo
sacerdote, y a Cristo, que estaba por mostrarse decididamente a favor
de Josué, el Señor le dijo a Satanás: “Jehová te reprenda, oh Satanás;
Jehová, que ha escogido a Jerusalén, te reprenda. ¿No es éste un
tizón arrebatado del incendio?”.
Zacarías 3:2
.
La conducta de Cristo al tratar incluso con el adversario de los
hombres debe sernos un ejemplo respecto de nuestro trato con los
demás, para que nunca presentemos maldición ni acusación contra
nadie; y mucho menos para que usemos de dureza o severidad con
los que pueden estar tan ansiosos como nosotros por conocer el buen
camino.
Los que han sido educados en la verdad por precepto y ejemplo
deben manifestar gran tolerancia hacia otros que no han tenido co-
nocimiento de las Escrituras excepto mediante las interpretaciones
[60]
dadas por predicadores y miembros de iglesia, y han recibido tradi-
ciones y fábulas como verdad bíblica. La presentación de la verdad
los sorprende; es como una nueva revelación para ellos, y no pueden
soportar que toda la verdad, en su carácter más sorprendente, les sea
presentada desde el principio. Todo es nuevo, extraño y enteramente
diferente de lo que han oído de sus predicadores; y están inclinados
a creer lo que los predicadores les dijeron: que los adventistas son
incrédulos y no aceptan la Biblia. Presentemos la verdad tal cual es
en Jesús, renglón tras renglón, precepto tras precepto, un poco aquí
y otro poco allá.
Ataques poco amables y alusiones personales
—Que los que
escriben para nuestros periódicos no hagan alusiones mordaces que
producirían ciertamente daño y obstruirían el camino impidiendo la
obra que debemos hacer para alcanzar a todas las clases, incluso a
los católicos. Es obra nuestra decir la verdad con amor y no mezclar
con ella los elementos profanos del corazón natural, diciendo cosas
que delaten el mismo espíritu que anima a nuestros enemigos. Todas
las alusiones mordaces volverán contra nosotros en doble medida
cuando el poder esté en las manos de los que puedan ejercerlo para
perjudicarnos.
Una y otra vez me ha sido dado el mensaje de que no debemos
decir una palabra, no debemos publicar una frase, especialmente
acerca de personalidades—a menos que sean positivamente esen-