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La Oración
Su palabra es: Orad, sed constantes en la oración, creyendo que lo
que hayáis pedido, recibiréis; yo os contestaré.—
The Gospel Herald,
28 de mayo de 1902
.
Condiciones para que una oración sea respondida
Hay ciertas condiciones según las cuales podemos esperar que
Dios oiga y conteste nuestras oraciones. Una de las primeras es
que sintamos necesidad de su ayuda. Él nos ha hecho esta promesa:
“Porque derramaré aguas sobre la tierra sedienta, y corrientes sobre
el sequedal”.
Isaías 44:3
. Los que tienen hambre y sed de justicia,
los que suspiran por Dios, pueden estar seguros de que serán hartos.
El corazón debe estar abierto a la influencia del Espíritu; de otra
manera no puede recibir las bendiciones de Dios.
Nuestra gran necesidad es en sí misma un argumento y habla
elocuentemente en nuestro favor. Pero se necesita buscar al Señor
para que haga estas cosas por nosotros. Pues dice: “Pedid, y se os
dará”.
Mateo 7:7
. Y “el que ni aún a su propio Hijo perdonó, sino
que le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos ha de dar también
de pura gracia, todas las cosas juntamente con él?”
Romanos 8:32
.
Si toleramos la iniquidad en nuestro corazón, si estamos apega-
dos a algún pecado conocido, el Señor no nos oirá; mas la oración del
alma arrepentida y contrita será siempre aceptada. Cuando hayamos
confesado con corazón contrito todos nuestros pecados conocidos,
podremos esperar que Dios conteste nuestras peticiones. Nuestros
propios méritos nunca nos recomendarán a la gracia de Dios. Es
el mérito de Jesús lo que nos salva y su sangre lo que nos limpia;
sin embargo, nosotros tenemos una obra que hacer para cumplir las
condiciones de la aceptación.
La oración eficaz tiene otro elemento: la fe. “Porque es preciso
que el que viene a Dios, crea que existe, y que se ha constituido
remunerador de los que le buscan”.
Hebreos 11:6
. Jesús dijo a
sus discípulos: “Todo cuanto pidiereis en la oración, creed que lo
recibisteis ya; y lo tendréis”.
Marcos 11:24
. ¿Creemos al pie de la
letra todo lo que nos dice?
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La seguridad es amplia e ilimitada, y fiel es el que ha prometido.
Cuando no recibimos precisamente las cosas que pedimos y al ins-
tante, debemos creer aún que el Señor oye y que contestará nuestras