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La Oración
puso en la hendidura de una roca, mientras la gloria de Dios y toda
su bondad pasaban delante de él.
Esta experiencia, y sobre todo la promesa de que la divina pre-
sencia le ayudaría, fueron para Moisés una garantía de éxito para la
obra que tenía delante, y la consideró como de mucho más valor que
toda la sabiduría de Egipto, o que todas sus proezas como estadista
o jefe militar. No hay poder terrenal, ni habilidad ni ilustración que
pueda sustituir la presencia permanente de Dios.—
Historia de los
Patriarcas y Profetas, 338, 339
.
Debido al estrés, la oración de Moisés se volvió casi una queja
El corazón de Moisés desfalleció. Había suplicado que Israel no
fuese destruido, aun cuando esa destrucción habría permitido que su
propia posteridad se convirtiese en una gran nación. En su amor por
los hijos de Israel, había pedido que su propio nombre fuese borrado
del libro de la vida antes de que se los dejara perecer. Lo había
arriesgado todo por ellos, y esta era su respuesta. Le achacaban todas
las tribulaciones que pasaban, aun los sufrimientos imaginarios, y
sus murmuraciones inicuas hacían doblemente pesada la carga de
cuidado y responsabilidad bajo la cual vacilaba. En su angustia llegó
hasta sentirse tentado a desconfiar de Dios. Su oración fue casi una
queja: “¿Por qué has hecho mal a tu siervo? ¿Y por qué no he hallado
gracia en tus ojos, que has puesto la carga de todo este pueblo sobre
mí?... ¿De dónde tengo yo carne para dar a todo este pueblo? porque
lloran a mí, diciendo: Danos carne que comamos. No puedo yo solo
soportar a todo este pueblo que me es pesado en demasía”.
El Señor oyó su oración, y le ordenó convocar a setenta hom-
bres de entre los ancianos de Israel, hombres no solo entrados en
años, sino que poseyeran dignidad, sano juicio y experiencia. “Y
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tráelos—dijo—a la puerta del tabernáculo del testimonio, y esperen
allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo; y tomaré del
espíritu que está en ti, y pondré en ellos y llevarán contigo la carga
del pueblo, y no la llevarás tú solo”.—
Historia de los Patriarcas y
Profetas, 398
.