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La oración diaria
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toma registro de sus palabras y acciones. Cuando se levanta en la
mañana, ¿siente su propia impotencia y su necesidad del poder de
Dios? ¿Da a conocer sus deseos a su Padre celestial humildemente
y con corazón sincero? Si es así, los ángeles anotan sus oraciones,
y si esas oraciones no han salido de labios fingidos, cuando está en
peligro de hacer el mal inconcientemente, y ejercer una influencia
que llevará a otros a hacer lo malo, su ángel de la guardia estará a su
lado, instándole a tomar un mejor curso de acción, escogiendo sus
palabras para usted, e influyendo en sus acciones.
Si siente que no hay ningún peligro, y si no ofrece ninguna
oración en busca de auxilio y fortaleza para resistir a la tentación,
seguramente se desviará; su descuido del deber se marcará en el
libro del Dios del cielo, y se lo hallará falto en el día del juicio.—
Testimonies for the Church 3:363, 364
.
Que nada ni nadie nos impida orar
El culto familiar no debiera ser gobernado por las circunstancias.
No habéis de orar ocasionalmente y descuidar la oración en un día de
mucho trabajo. Al hacer esto, inducís a vuestros hijos a considerar la
oración como algo no importante. La oración significa mucho para
los hijos de Dios y las acciones de gracias debieran elevarse delante
de Dios mañana y noche. Dice el salmista: “Venid, aclamemos
alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra
salvación. Lleguemos ante su presencia con alabanza; aclamémosle
con cánticos”.
Padres y madres, por muy urgentes que sean vuestros negocios,
no dejéis nunca de reunir a vuestra familia en torno del altar de Dios.
Pedid el amparo de los santos ángeles para vuestra casa. Recordad
que vuestros amados están expuestos a tentaciones.
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No pasemos por alto nuestras obligaciones hacia Dios al es-
forzarnos por atender la comodidad y felicidad de los huéspedes.
Ninguna consideración debería hacernos desatender la hora de la
oración. No habléis ni os entretengáis con otras cosas hasta el punto
de estar todos demasiado cansados para gozar de un momento de
devoción. Hacer esto es presentar a Dios una ofrenda imperfecta.
Deberíamos presentar nuestras súplicas y elevar nuestras voces en