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El ejemplo de Jesús en la oración
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discípulos les dio una oración concisa, abarcante. Esta oración, por
su belleza y sencillez, no tiene paralelo. Es una oración perfecta
para la vida pública y privada; es solemne y elevada, y a la vez
tan sencilla que un niño arrodillado al lado de su madre lo puede
entender. Los hijos de Dios han repetido esta oración durante siglos,
sin embargo su brillo no se ha marchitado. Como una valiosa gema,
continúa siendo amada y atesorada. Esta oración es una producción
maravillosa. Nadie orará en vano si en sus súplicas se incorporan los
principios que ella contiene. Nuestras oraciones públicas deben ser
cortas, y expresar solo los verdaderos deseos del alma, suplicando
con simplicidad y fe sencilla las cosas que necesitamos. Oremos
pidiendo un corazón humilde y contrito, que es el aliento vital del al-
ma hambrienta de justicia.—
The Signs of the Times, 3 de diciembre
de 1896
.
Jesús se arrodillaba para orar
Tanto en el culto en público como en privado, es privilegio
nuestro doblegar las rodillas ante el Señor cuando le ofrecemos
nuestras peticiones. Jesús, nuestro modelo, “puesto de rodillas oró”.
Acerca de sus discípulos está registrado que también oraban “puestos
de rodillas”. Pablo declaró: “Doblo mis rodillas al Padre de nuestro
Señor Jesucristo”. Al confesar ante Dios los pecados de Israel, Esdras
estaba de rodillas. Daniel “se arrodillaba tres veces al día, y oraba y
daba gracias delante de su Dios”.—
Mensajes para los Jóvenes, 249
.
Jesús nuestro ejemplo
Las lecciones de Cristo con respecto a la oración deben ser
cuidadosamente consideradas. Hay una ciencia divina en la oración,
y la ilustración de Cristo presenta un principio que todos necesitamos
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comprender. Demuestra lo que es el verdadero espíritu de oración,
enseña la necesidad de la perseverancia al presentar a Dios nuestras
peticiones, y nos asegura que él está dispuesto a escucharnos y a
contestar la oración.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 108
.
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