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La Oración
claros y distintos los testimonios dados y las oraciones formuladas.
Así será glorificado el Señor.—
Obreros Evangélicos, 91
.
El lenguaje grandilocuente no es apropiado en la oración, ya
sea la petición hecha en el púlpito, en el círculo de la familia o en
secreto. Especialmente aquel que ora en público debe emplear un
lenguaje sencillo, a fin de que otros puedan entender lo que dice y
unirse a la petición.
Es la sentida oración de fe la que es oída en el cielo y contestada
en la tierra.—
Obreros Evangélicos, 186
.
Orden en la oración y el canto
He visto que la confusión desagrada al Señor, y que debe haber
orden en la oración y también en el canto. No debemos ir a la
casa de Dios a orar por nuestras familias, a menos que nos induzca
a ello un profundo sentimiento, mientras el Espíritu de Dios las
está convenciendo. Generalmente, el momento apropiado para orar
por nuestras familias es el culto de familia. Cuando las personas
objeto de nuestras oraciones están lejos, la cámara secreta es el
lugar apropiado donde se puede interceder ante Dios en su favor.
Cuando estamos en la casa de Dios, debemos pedir por una bendición
actual y esperar que Dios oirá y contestará nuestras oraciones. Estas
reuniones serán interesantes y llenas de vida.—
Testimonios para la
Iglesia, 137
.
La reverencia en la oración
Algunos piensan que es señal de humildad orar a Dios de una
manera común, como si hablas con un ser humano. Profanan su
nombre mezclando innecesaria e irreverentemente con sus oraciones
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las palabras “Dios Todopoderoso,” palabras solemnes y sagradas,
que no debieran salir de los labios a no ser en tonos subyugados y
con un sentimiento de reverencia.—
Obreros Evangélicos, 185, 186
.
El privilegio de arrodillarnos en la oración pública
Tanto en el culto público como en el privado, nuestro deber con-
siste en arrodillarnos delante de Dios cuando le ofrecemos nuestras