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Las actitudes en la oración
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cuando estéis solos, cuando andéis o estéis ocupados en vuestro tra-
bajo cotidiano. Elévese el corazón de continuo en silenciosa petición
de ayuda, de luz, de fuerza, de conocimiento. Sea cada respiración
una oración.—
El Ministerio de Curación, 408
.
En la obra de guardar el corazón, debemos ser constantes en la
oración y pedir ayuda al trono de la gracia incansablemente. Los
que toman el nombre de Cristo debieran acudir a él con fervor y hu-
mildad, suplicando su ayuda. El Salvador nos ha dicho que debemos
orar sin cesar. El cristiano no puede asumir siempre la actitud de
la oración, pero sus pensamientos y deseos pueden dirigirse hacia
arriba. Si habláramos menos y orásemos más, la confianza en el yo
se desvanecería.—
Hijos e Hijas de Dios, 101
.
Siempre está abierta la vía de acceso al trono de Dios. No siem-
pre podemos orar de rodillas, pero nuestras peticiones silenciosas
pueden ascender constantemente hacia Dios a fin de solicitar poder
y dirección. Cuando seamos tentados, como lo seremos, podemos
correr hacia el lugar secreto del Altísimo. Sus brazos eternos nos
sostendrán. Que estas palabras nos llenen de gozo: “Pero tienes
unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestidu-
ras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas”.
Apocalipsis 3:4
.—
Consejos sobre la Salud, 359
.
Si todos nuestros obreros pudiesen pasar cada día unas pocas
horas trabajando al aire libre, y se sintiesen libres para hacerlo, les
sería una bendición; podrían desempeñar con más éxito los deberes
de su vocación. Si no tienen tiempo para tener un recreo completo,
podrían hacer planes y orar mientras trabajasen con las manos, y
podrían volver a su labor refrigerados en cuerpo y espíritu.—
Obreros
[255]
Evangélicos, 254
.
La oración genuina no depende de la hora, ni del lugar ni de
las circunstancias
Orad en vuestro gabinete; y al ir a vuestro trabajo cotidiano,
levantad a menudo vuestro corazón a Dios. De este modo anduvo
Enoc con Dios. Esas oraciones silenciosas llegan como precioso
incienso al trono de la gracia. Satanás no puede vencer a aquel cuyo
corazón esta así apoyado en Dios. No hay tiempo o lugar en que
sea impropio orar a Dios. No hay nada que pueda impedirnos elevar