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La Oración
Al orar por los enfermos, tomar medidas apropiadas no
supone una negación de la fe
Muchos de los que buscan la salutífera gracia del Señor piensan
que debieran recibir directa e inmediata respuesta a sus oraciones, o
si no, que su fe es defectuosa. Por esta razón, conviene aconsejar a
los que se sienten debilitados por la enfermedad, que obren con toda
discreción. No deben desatender sus deberes para con sus amigos
que les sobrevivan, ni descuidar el uso de los agentes naturales para
la restauración de la salud.
A menudo hay peligro de errar en esto. Creyendo que serán
sanados en respuesta a la oración, algunos temen hacer algo que
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parezca indicar falta de fe. Pero no deben descuidar el arreglo de sus
asuntos como desearían hacerlo si pensaran morir. Tampoco deben
temer expresar a sus parientes y amigos las palabras de aliento o los
buenos consejos que quieran darles en el momento de partir.—
El
Ministerio de Curación, 176, 177
.
Después de haber orado fervientemente por el enfermo, ¿enton-
ces qué? ¿Debo yo desistir en hacer todo lo posible por su recupera-
ción? No, sino que trabajo con más esmero aún, con mucha oración,
para que el Señor pueda bendecir los medios que sus propias manos
han provisto; que él dé sabiduría santificada para colaborar con él en
la recuperación del enfermo.—
Healthful Living, 1897, 1898, 240
.
El tratamiento médico junto con la oración por sanidad
Los que buscan la salud por medio de la oración no deben dejar
de hacer uso de los remedios puestos a su alcance. Hacer uso de
los agentes curativos que Dios ha suministrado para aliviar el dolor
y para ayudar a la naturaleza en su obra restauradora no es negar
nuestra fe. No lo es tampoco el cooperar con Dios y ponernos en la
condición más favorable para recuperar la salud. Dios nos ha facul-
tado para que conozcamos las leyes de la vida. Este conocimiento
ha sido puesto a nuestro alcance para que lo usemos. Debemos apro-
vechar toda facilidad para la restauración de la salud, sacando todas
las ventajas posibles y trabajando en armonía con las leyes naturales.
Cuando hemos orado por la curación del enfermo, podemos trabajar
con energía tanto mayor, dando gracias a Dios por el privilegio de