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La oración por los enfermos
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a Ezequías, pero Dios le envió instrucciones especiales según las
cuales debía aplicar una pasta de higos a la parte afectada, con lo
cual el rey sanó y fue vivificado. En todas las cosas debemos actuar
de acuerdo con las instrucciones de la providencia de Dios.
El instrumento humano debiera tener fe y colaborar con el poder
divino, usar toda facilidad a su alcance, y tomar ventaja de todo lo
que, de acuerdo con su inteligencia, sea benéfico y esté en armonía
con las leyes naturales. Al hacer esto, no está negando su fe.—
Consejos sobre la Salud, 378, 379
.
En la Palabra de Dios encontramos instrucción respecto a la
oración especial para el restablecimiento de los enfermos. Pero el
acto de elevar tal oración es un acto solemnísimo, y no se debe
participar en él sin la debida consideración. En muchos casos en que
se ora por la curación de algún enfermo, lo que llamamos fe no es
más que presunción.
Muchas personas se acarrean la enfermedad por sus excesos. No
han vivido conforme a la ley natural o a los principios de estricta
pureza. Otros han despreciado las leyes de la salud en su modo de
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comer y beber, de vestir o de trabajar. Muchas veces uno u otro vicio
ha causado debilidad de la mente o del cuerpo. Si las tales personas
consiguieran la bendición de la salud, muchas de ellas reanudarían su
vida de descuido y transgresión de las leyes naturales y espirituales
de Dios, arguyendo que si Dios las sana en respuesta a la oración,
pueden con toda libertad seguir sus prácticas malsanas y entregarse
sin freno a sus apetitos. Si Dios hiciera un milagro devolviendo la
salud a estas personas, daría alas al pecado.
Trabajo perdido es enseñar a la gente a considerar a Dios como
sanador de sus enfermedades, si no se le enseña también a desechar
las prácticas malsanas. Para recibir las bendiciones de Dios en res-
puesta a la oración, se debe dejar de hacer el mal y aprender a hacer
el bien. Las condiciones en que se vive deben ser saludables, y los
hábitos de vida correctos. Se debe vivir en armonía con la ley natural
y espiritual de Dios.—
El Ministerio de Curación, 173, 174
.
Algunos preguntan: “¡Cómo es eso! ¿No se ofrecen oraciones
para obtener sanidad milagrosa de los enfermos en lugar de estable-
cer tantos sanatorios?” Si se hiciera esto en nuestras filas surgiría un
gran fanatismo. Los que tienen mucha confianza propia de inmediato
entrarían en acción.—
El Evangelismo, 432
.