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La oración pidiendo perdón
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recibió a los niños que le eran llevados cuando estuvo en la tierra.—
Conducción del Niño, 467, 468
.
Hijos, venid a Jesús. Dad a Dios la ofrenda más preciosa que
os es posible presentar; dadle el corazón. Él os habla para deciros:
“Hijo mío, hija mía, dadme el corazón. Aunque vuestros pecados
fueren como la grana, los haré blancos como la nieve, pues os lim-
piaré con mi propia sangre. Os haré miembros de mi familia: hijos
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del Rey celestial. Tomad mi perdón, mi paz que os doy gratuita-
mente. Os revestiré con mi propia justicia—el traje de bodas—y
os haré aptos para la cena de las bodas del Cordero. Cuando estéis
revestidos con mi justicia—mediante oración, mediante vigilancia,
mediante diligente estudio de mi Palabra—podréis alcanzar una nor-
ma elevada. Entenderéis la verdad, y vuestro carácter será modelado
por una influencia divina, pues esta es la voluntad de Dios: vuestra
santificación”.—
Comentario Bíblico Adventista 3:1180
.
Es sumamente necesario que oremos a fin de tener poder de lo
alto para ver y resistir las tentaciones del enemigo; pero Satanás
siempre procura evitar que los hombres oren, llenando su tiempo con
negocios o placer, o guiándolos a tanta maldad que ya no sienten el
deseo de orar. El Señor Jesús ha hecho accesible el cielo para todos
los que vengan a él, e invita a los niños y jóvenes a venir. Él dijo:
“Dejad a los niños venir a mí, y no les impidáis, porque de ellos es
el reino de Dios”. Jesús quiere que los niños y los jóvenes acudan
a él con la misma confianza con que van a sus padres. Así como
un niño pide pan a su madre o a su padre cuando tiene hambre, así
quiere el Señor que le pidan las cosas que necesitan. Si sus pecados
pesan sobre su corazón, han de venir ante Dios y decirle: “Por los
méritos de Cristo, perdona mis pecados”. Cada oración sincera será
escuchada en el cielo, y cada petición ferviente por gracia y fortaleza
será contestada.—
The Youth’s Instructor, 7 de julio de 1892
.
Toda solicitud de perdón debe demostrar que es sincera
“No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Es-
píritu”.
Salmos 51:11
. Tanto el arrepentimiento como el perdón
son dones de Dios que recibimos por medio de Cristo. Gracias a
la influencia del Espíritu Santo somos convencidos de pecado y
sentimos la necesidad de perdón. Siendo que la gracia de Dios es