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La Oración
la que produce contrición, ninguno es perdonado a no ser por la
gracia del Señor que contrita el corazón. Puesto que conoce nuestras
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debilidades y flaquezas, Dios está dispuesto a ayudamos. Él oye la
oración de fe; sin embargo, la sinceridad de la plegaria únicamente
puede demostrarse si hay un real esfuerzo personal de vivir en ar-
monía con la gran norma que prueba el carácter de cada persona.
Necesitamos abrir nuestros corazones a la influencia del Espíritu y a
la experiencia de su poder transformador.—
Recibiréis Poder, 58
.
“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá”.
¿Por qué será que no creemos en la promesa de Dios? El pedir y el
recibir se hallan íntimamente vinculados. Si pide con fe las cosas
que Dios ha prometido, las recibirá. Mire a Jesús por las cosas que
necesita. Pídale el perdón de pecados, y a medida que pida con fe,
su corazón será ablandado, y perdonará a los que le hayan ofendido,
y sus peticiones se elevarán ante Dios con la fragancia del amor.
Junto con la oración viene el ser vigilantes, y cada pensamiento,
palabra y acción estará en armonía con su petición por la reforma
de la vida. La oración de fe traerá resultados correspondientes. Pero
el mero formalismo de palabras, sin el deseo ferviente y sincero
de recibir ayuda, sin la esperanza de recibir, no logrará nada. Que
ningún suplicante semejante crea que recibirá nada del Señor. Los
que se alleguen a Dios deben creer que él es, y que es el galardonador
de todo aquel que lo busca con diligencia.—
The Review and Herald,
28 de marzo de 1912
.
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