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La Oración
Al procurar ganar a otros para Cristo, llevando la preocupación
por las almas en nuestras oraciones, nuestros propios corazones
palpitarán bajo la vivificante influencia de la gracia de Dios; nuestros
propios afectos resplandecerán con más divino fervor; nuestra vida
cristiana toda será más real, más ferviente, más llena de oración.—
Palabras de Vida del Gran Maestro, 289
.
Algunos están enfermos y han perdido la esperanza. Devolvedles
la luz del sol. Hay almas que han perdido su valor; habladles, orad
por ellas. Hay quienes necesitan el pan de vida. Leedles de la Palabra
de Dios. Hay una enfermedad del alma que ningún bálsamo puede
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alcanzar, ninguna medicina curar. Orad por estas [almas] y traedlas
a Jesucristo. Y en toda vuestra obra Cristo estará presente para
impresionar los corazones humanos.—
El Ministerio de la Bondad,
75
.
Conversen los que son espirituales con estas almas. Oren con
ellos y por ellos. Conságrese mucho tiempo a la oración y al profun-
do escudriñamiento de la Palabra. Obtengan todos los verdaderos
hechos de la fe en sus propias almas, por medio de la creencia de
que el Espíritu Santo será impartido a ellos porque tienen en verdad
hambre y sed de justicia.—
El Evangelismo, 118
.
Cuando muera el yo, se despertará un deseo intenso por la salva-
ción de otros, un deseo que llevará a esfuerzos perseverantes para
el bien. Se sembrará junto a todas las aguas; y súplicas fervientes,
oraciones importunas, entrarán al cielo a favor de las almas que
perecen.—
The Review and Herald, 22 de julio de 1884
.
¡Oh, si se pudiera escuchar por todas partes la ferviente oración
de fe: Dame las almas sepultadas ahora debajo de la basura del error,
si no, muero! Traigámoslas al conocimiento de la verdad tal como
lo es en Jesús.—
Cada Día con Dios, 171
.
Comenzad a orar por las almas; aproximaos a Cristo, colocaos
más cerca de su costado sangrante. Permitid que un espíritu humilde
y sereno adorne vuestras vidas, y haced que vuestras peticiones
fervientes, sinceras y humildes asciendan hacia Dios en busca de
sabiduría para tener éxito en la salvación no solo de vuestra propia
alma, sino también de otras almas.—
Testimonios para la Iglesia
1:449
.
Son muchos los que han quedado sin esperanza. Devolvámosles
la alegría. Muchos se han desanimado. Dirijámosles palabras de
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