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La Oración
que él mismo había pronunciado, rogando como solo una madre
puede hacerlo. Su profunda humillación, su ferviente perseverancia,
su fe incansable, prevalecieron y el Señor le concedió el deseo de
su corazón. Hoy está igualmente dispuesto a escuchar las peticiones
de su pueblo. Su mano “no se ha acortado para salvar, ni se ha
endurecido su oído para oír” (
Isaías 59:1
); y si los padres cristianos
lo buscan con esmero, él abastecerá sus labios de argumentos y por
amor de su nombre obrará poderosamente en su favor convirtiendo
a sus hijos.—
Testimonios para la Iglesia 5:302
.
Debiéramos orar a Dios mucho más de lo que lo hacemos. Hay
gran fortaleza y bendición al orar juntos en familia con nuestros
hijos y por ellos.—
Conducción del Niño, 497
.
Permitid que Cristo encuentre en vosotros su mano auxiliadora
para ejecutar sus propósitos. Por la oración podéis adquirir una
experiencia que dará perfecto éxito a vuestro ministerio en favor de
vuestros hijos.—
Conducción del Niño, 66
.
[Palabras dirigidas a una madre fiel] No consideró que el trabajo
pesado fuera una carga con tal de que se abriera el camino para que
usted pudiera cuidar de sus hijos y protegerlos de la iniquidad que
prevalece en esta etapa de la historia del mundo. La preocupación de
su corazón era verlos volverse al Señor. Suplicó delante del Señor
con clamores y lágrimas.
Tanto
deseaba su conversión. A veces su
corazón se desanimaba y desmayaba, por temor de que sus oraciones
no fueran respondidas; pero de nuevo consagraba a Dios sus hijos, y
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su fiel corazón los volvía a colocar sobre el altar.
Cuando ingresaron al ejército, sus oraciones los siguieron. Fue-
ron maravillosamente preservados de todo daño. Ellos dijeron que
era buena suerte; pero las oraciones de una madre, procedentes de un
alma anhelante y preocupada, al darse cuenta del peligro que corrían
sus hijos de perecer en su juventud sin esperanza en Dios, tuvieron
mucho que ver en su preservación. ¡Cuántas oraciones fueron regis-
tradas en el cielo para que esos hijos fueran preservados con el fin
de obedecer a Dios y dedicar sus vidas a su gloria! En la ansiedad
que experimentaba por sus hijos, usted le rogaba a Dios que se los
trajera de vuelta, para procurar con más fervor conducirlos por la
senda de la santidad.—
Testimonios para la Iglesia 2:247, 248
.
Él [Dios] no se negará a escuchar la oración ferviente de los
padres, apoyada por su labor perseverante, que solicite que sus hijos