Página 27 - La Oraci

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Dios nos invita a orar
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y vieron dónde moraba, y se quedaron con él aquel día”.
Juan 1:38,
39
. De la misma manera, también nosotros podemos ser admitidos
a la intimidad y comunión más estrecha con Dios. “El que habita
al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente”.
Salmos 91:1
. Llamen los que desean la bendición de Dios, y esperen
a la puerta de la misericordia con firme seguridad, diciendo: “Tú, Se-
ñor, has dicho que cualquiera que pide, recibe; y el qué busca halla;
y al que llama, se le abrirá”.—
El Discurso Maestro de Jesucristo,
107, 108
.
Una necesidad y un privilegio extraordinario
Cuando están en dificultades, cuando son asaltados por fieras ten-
taciones, tienen el privilegio de la oración. ¡Qué exaltado privilegio!
Los seres finitos, de polvo y ceniza, admitidos por la mediación de
Cristo en la cámara de audiencia del Altísimo. Con tales prácticas,
el alma es colocada dentro de una sagrada proximidad con Dios y es
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renovada en conocimiento y verdadera santidad y fortalecida contra
los asaltos del enemigo.—
Conducción del Niño, 441
.
Los que han profesado amar a Cristo no han comprendido la
relación que existe entre ellos y Dios... No comprenden cuán grandes
privilegios y necesidades son la oración, el arrepentimiento y el
cumplir las órdenes de Cristo.—
Mensajes Selectos 1:156
.
La oración nos capacita para vivir en la luz de su presencia
Es nuestro privilegio abrir el corazón y permitir que los rayos de
la presencia de Cristo entren en él. Hermano mío, hermana mía, dad
el rostro a la luz. Poneos en contacto verdadero y personal con Cristo,
para que podáis ejercer una influencia elevadora y vivificadora. Que
vuestra fe sea fuerte, pura y firme. Que la gratitud a Dios llene
vuestro corazón. Cuando os levantáis en la mañana, arrodillaos junto
a vuestro lecho, y pedid a Dios que os fortalezca para cumplir los
deberes del día, y hacer frente a sus tentaciones. Pedidle que os
ayude a poner en vuestra obra la dulzura del carácter de Cristo.
Pedidle que os ayude a pronunciar palabras que inspiren esperanza
y ánimo a los que os rodean, y que os acerquen al Salvador.—
Hijos
e Hijas de Dios, 202
.