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La Oración
Nuestras oraciones nunca molestan a Dios
No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios. No
hay nada que pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente
oración. En medio de las multitudes y del afán de nuestros negocios,
podemos ofrecer a Dios nuestras peticiones e implorar la divina
dirección, como lo hizo Nehemías cuando hizo la petición delante
del rey Artajerjes. En dondequiera que estemos podemos estar en
comunión con él. Debemos tener abierta continuamente la puerta
del corazón, e invitar siempre a Jesús a venir y morar en el alma
como huésped celestial.
Aunque estemos rodeados de una atmósfera corrompida y man-
chada, no necesitamos respirar sus miasmas, antes bien podemos
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vivir en la atmósfera limpia del cielo. Podemos cerrar la entrada a
toda imaginación impura y a todo pensamiento perverso, elevando
el alma a Dios mediante la oración sincera. Aquellos cuyo corazón
esté abierto para recibir el apoyo y la bendición de Dios, andarán
en una atmósfera más santa que la del mundo y tendrán constante
comunión con el cielo.
Necesitamos tener ideas más claras de Jesús y una comprensión
más completa de las realidades eternas. La hermosura de la santidad
ha de consolar el corazón de los hijos de Dios; y para que esto se
lleve a cabo, debemos buscar las revelaciones divinas de las cosas
celestiales.
Extiéndase y elévese el alma para que Dios pueda concedernos
respirar la atmósfera celestial. Podemos mantenernos tan cerca de
Dios que en cualquier prueba inesperada nuestros pensamientos se
vuelvan a él tan naturalmente como la flor se vuelve al sol.
Presentad a Dios vuestras necesidades, gozos, tristezas, cuidados
y temores. No podéis agobiarlo ni cansarlo. El que tiene contados
los cabellos de vuestra cabeza, no es indiferente a las necesidades
de sus hijos. “Porque el Señor es muy misericordioso y compasivo”.
Santiago 5:11
. Su amoroso corazón se conmueve por nuestras tris-
tezas y aún por nuestra presentación de ellas. Llevadle todo lo que
confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para
que él no la pueda soportar; él sostiene los mundos y gobierna todos
los asuntos del universo.